Buenos para nada

Este domingo lluvioso limpia el jardín. Las gotas mojan con crueldad las manchas de tierra en la laja. El perro está a salvo debajo de la galería. Los autos esquivan los charcos y las luces iluminan el interior de las casas. El canario duerme en el lavadero. El día recién comienza y no hay apuro en su mirada. Se acomoda en la silla mecedora y abre un libro de tapa blanda.

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