Había hace mucho en el pueblo

tres vivos que no sabían

que ya se habían muerto.

Andaban los tres tranquilos,

gozando y muy contentos.

Creían que les quedaba

en la vida años luengos.

Tentaban al cruel destino

como si fueran sus dueños

hasta que llegó el día

del inesperado encuentro

en el inesperado bar

con la del hábito negro.

Los tres traían cuchillo

guardado en funda de cuero.

Pide una caña y se sienta

cuando llega el primero.

El segundo entra detrás,

está con un compañero.

El tercero llega último

y pide un tequila añejo.

No están sentados muy cerca,

pero se ven de reojo.

Y entonces alguien grita

que lo estafó el primero.

El primero le responde,

se levanta de su asiento,

y desnuda su cuchillo,

que está de sangre sediento.

El segundo es el cuñado

del que lanzó la amenaza.

Responde poniendo el brazo

y el pecho contra las balas.

Les abren todos el paso,

y parece que va a pasar,

El cuchillo del más bravo

a alguno va a matar.

Mas pasa lo inesperado

en el inesperado bar,

se hicieron todos a un lado

para dejarlo terminar

el restante de su trago,

tequila añejo con sal.

Se levanta entonces lento

y habla con voz muy grave.

“No voy a permitir esto

por más que no me incumbe.

No dejaré como un perro

a este hombre aquí solo.

Valientes son los muertos

y a eso yo lo valoro.

Si llegó la hora, me entrego

yo también voy a pelear.

Que dos contra uno es guapeo

y no lo voy a tolerar”.

“Córrete, estúpido viejo

—le contesta el segundo—

Contigo yo no peleo,

el problema es con aquel”.

“Si soy viejo y obsoleto,

Dime entonces, maricón,

por qué tienes tanto miedo”.

Provocado de esta manera,

el segundo ya no aguanta

y arremete con fuerza

al viejo que no se espanta.

Y en el cruce encuentran

el filo voraz y ciego

que todo lo atraviesa.

En el revuelo que se alza,

va el que puso la queja

y apuñala al primero.

Y aunque ganó, no se queda:

sabe que lo están buscando

y que la cárcel lo espera.

Perdió a su cuñado en el bar

por una inútil pelea.

No sabe qué le dirá

a su hermana Mariela.

Y así murieron esos tres

en un cruce inesperado

en aquel bar de Aranjuez.