Sus encuentros estaban casi siempre signados por la finalización de la lectura de un nuevo libro. Novelas en su mayoría. El tiempo tomó así otras dimensiones, ya no eran horas sino páginas las que lo hacían transcurrir. Ya no eran días sino capítulos. Ya no eran meses sino libros.
Así, es como andaba con el tiempo en un bolso, en una mochila o simplemente lo dejaba al costado de la cama. De noche leía más que de día. Antes de dormirse calculaba cuantas hojas le restaban para el próximo encuentro. Pero el tiempo suele jugar malas pasadas, el capítulo menos pensado aquello que era deja de ser. El fin de la novela. La muerte de los personajes. ¿Cómo hacer para engañar al tiempo? ¿Será igual que ir al cirujano y sacarse las arrugas? ¿Si volvía a leer la primera novela, volvería el tiempo atrás? Al fin de cuentas todo está escrito.
Algunas veces mientras leía tomaba anotaciones, como quien redondea un día importante en el almanaque, buscó el anotador, en una de las hojas podía leerse. Pág 213 “Boquitas Pintadas”. Buscó el libro, encontró la página y su mirada se posó directamente en este párrafo: “Árboles que se inclinan por el día y por la noche, preciosos lienzos bordados que una pequeña chispa de cigarrillo logra destruir, campesinas que se enamoran un día en bosques de Francia y se enamoran de quien no deben. Destinos…”
Salió a buscar otro libro, quiso manipular el tiempo, el escogido fue “La Náusea” Allí leyó: “Otra clase de libro. No sé muy bien cuál, pero habría que adivinar, detrás de las palabras impresas, detrás de las páginas, algo que no existiera, que estuviera por encima de la existencia. Por ejemplo, una historia que no pueda suceder, una aventura. Tendría que ser bella y dura como el acero, y que avergonzara a la gente de su existencia”
No buscó más, pensó que la única salida era escribir su propio libro, vivir su propio tiempo, cerrar sus propios capítulos. Ni siquiera le importaba no tener talento. Miró su biblioteca y divisó un hueco. Su cuerpo giró en la cama, sus brazos abrazaron la almohada y así durmió.
«Nacida en el milenio pasado jugando entre libros o subida a algún escenario. Teatro, poesía, novelas y filosofía uniendo o desintegrando todo»
Poemas de su autoría forman parte de los libros Ontología poética ( Gata Peluda 2017) y Camalote poesía afluente (Caravana de editoriales 2019)
«Casandra» su primer libro forma parte del Vergel de narrativa experimental (Gata Peluda 2021)