El joven lama aureolado tiñe con su luz la estepa. Líneas de trigo, rojo, muestran el camino. A lo lejos, un espantapájaros, apenas erguido, antes desafiante. El sol ha oxidado los molinos, debajo agua clara en los estanques. Perfecta luz del horizonte en el preciso instante en que la noche comienza a ganarle a día. Campos cubiertos de luz. Neón. El instante del idilio. Ya vienen bajando las voces, cantan las aves. La luz avanza y con ella un zorro, un búho y un gato. Hoy aquí, en la Pampa Húmeda, mañana quizá Siberia. Liturgia pampeana sin condiciones, acompañando al viento vuelan los matorrales.

Observa el búho las señales y levanta la voz al cielo: “¿Quién te ha traído joven lama?”

Arremete el zorro: “¿Por qué chapotear en el estiércol?

 Toma el gato la palabra: “Muta niño que ya es hora, el trigo aún no se ha abierto.”

Ellos eligieron las cosechas, ellos cuidan el encuentro. El campo que hoy los cobija, estuvo antes desierto. Así viajan y coinciden, así recorrían el tiempo. Ya formaba el círculo la aureola, el gato se alejó, observó a lo lejos, ya se ve al espantapájaros, aureolado desafiando la noche en la estepa.