(Qué es el mar)
Gerontes que se recuestan en reposeras
en el puente superior, pasillos iluminados
veinticuatro horas al día por luces fluorescentes,
en el tanque quichicientos mil litros de gas-oil
que desplazan ciento treinta y nueve mil
novecientas toneladas de acero y plástico
y carne humana a través de aceite, olas
y agua de sal; bajo la línea de flotación
doblan sábanas mientras cambian de puerto
día de por medio, con huéspedes nuevos cada tres,
y cinco, siete meses sin un día de franco;
aceite hirviendo sin cesar en las cocinas
como lago de azufre, paquetes de bebidas
que se venden bajo pretextos dudosos,
tuberías llenas de mierda que se rebalsan
y se descargan en algún fiordo prístino,
flujo constante de turistas en el mostrador
que se quejan, se quejan y se vuelven a quejar,
mirá cómo van, cinco mil personas
en trescientos treinta y tres metros de eslora
bajo la bandera de una guarida fiscal
y acuerdos pactados en oficinas de Sorrento,
motores y turbinas, señal de radar, eso.