Telegrama

 El telegrama estaba dispuesto sobre la mesa de roble bastante desgastada con el tiempo, ya estaba preparada la silla en la cual se iba a sentar el invitado, de madera de pino, revestida por una capa de barniz oscura pero brillante, el piso de madera dejaba una leve sensación de rechinido cada vez que lo pisaba la persona que se iba acercando paso por paso. Ahí estaba ella, sentada en una silla mirando hacia la ventana, parecía perdida mientras se escuchaba crujir el piso del pasillo, de paredes rasgadas por el tiempo y la humedad. No existía el tiempo en su mente, no había espacio real, solo esa sensación de estar en un lugar mientras existía en otro, quien sabe que la llevó a ese punto de soledad, de no existencia, de ausencia.

Tal vez solo era un momento, para sí misma lo era. Los pasos se detuvieron en seco, ella lo percibió, pero se quedó ahí quieta, en ausencia. Después de 2 minutos solo señaló el telegrama, él lo agarró de la mesa de roble y lo leyó. No dijo nada, se sentó en la silla que tenía preparada y se quedó inmóvil como esperando que suceda algo, con los ojos desorbitados y una expresión casi aterradora en su rostro, no hizo más nada. Y allí quedaron ambos, tiesos, como si hubieran sufrido un gran shock emocional, pero no se comparaba a ello, ni mucho menos.

Ambos trataron de refugiarse en lo más profundo de la irrealidad, al comprender que no podían estar en un mundo donde eso fuera cierto, no querían batallar contra eso, sabían que no era imposible, pero era demasiado complicado para vivir buscando una solución, por lo que decidieron no hacerlo. Pero ni siquiera la fantasía los dejaba estar en paz con ellos mismos, no podían dejar de pensar en ello, entonces cedieron, y lentamente se pararon de sus asientos y se miraron, lentamente se acercaron y se abrazaron, llorando y reconociendo que tal vez haya una solución mejor a la ausencia. Ella fue a la pieza y lentamente empacó sus cosas en una maleta muy vieja, de cuero rojo gastado y roto, él mientras tomaba un whisky añejo del 98 con 2 hielos en un chopp a medio lavar. Cuando finalizaron, ambos se miraron, se besaron y se fueron por caminos separados para no volver a verse nunca más.

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