Ocho frases y cuatro fotos del querido Ricardo Zelarrayán

I

No hay que joder con Buenos Aires. A la larga, la pálida Buenos Aires te la da.

(De “La piel del caballo”)

II

Perón era muy caminador. Creo que decía que no había que dejar de caminar porque si no a uno le pasa lo que a la estaca del alambrado, que por abajo se pudre y por encima se amontona la intemperie.

(En una entrevista a Juan Filloy, 1975)

III

Hay un escritor nacido en Bélgica y naturalizado francés que escribe en un castellano que parece traducido, en una especie de español de hotel internacional.

(Sobre Cortázar. En una entrevista a Juan Filloy, 1975)

IV

Reírse en compañía está bien. Reírse solo no. ¿Por qué? Uno puede reírse solo pero con el pretexto de libro, diario, revista, ser o cosa que está leyendo o mirando porque enseguida hay que responder al «de qué te reís?» con alguna razón de peso o de paso. El que se ríe solo está loco. A uno lo dejan llorar solo pero no reírse solo. ¿Por qué? Para reírse solo hay que aislarse lo mismo para cagar.

(Del principio del poema “Final pero no tanto”)

V

Mi agradecimiento es para la gente que habla, para la gente que se mueve, mira, ríe, gesticula…, para la gente que constantemente me está enviando esos mensajes fuera de contexto, esos mensajes que escapan de la convención de la vida lineal y alienada.

(Del prólogo al libro de poemas “La obsesión del espacio”, 1973)

VI

La prosa es poesía o nada. Entre la escritura que llena toda la página y la que no la llena hay sólo una diferencia de escandido, de tempo, de períodos. Es un poco (pero muy a grandes rasgos) la diferencia entre la música sinfónica y la de cámara.

(Del prólogo del libro de poemas “La obsesión del espacio”, 1973)

VII

Las fuentes de la poesía están en la infracción constante de la convención que nos vendieron como realidad. En todo lo gratuito, en el amor, en el lenguaje de los chicos, en las conversaciones sin límite de tiempo (¡Tómese otro mate… !), en las situaciones límite en que los discursos de los otros movilizan enérgicamente el discurso de uno y viceversa.

(Del prólogo del libro de poemas “La obsesión del espacio”, 1973)

VIII

No creo en la poesía cantada ni recitada. No creo en el café concert para desculpabilizar empresarios izquierdistas.

(Del prólogo del libro de poemas “La obsesión del espacio”, 1973)

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