Es la mentira que ambos necesitamos creer, para conformar la absurda realidad en que vivimos.
Una sociedad que perdió el rumbo, cuando la corteza que nos cubre, se tornó más importante que el universo interno que nos conforma.
Estamos entonces en una novela de ficción, dónde somos los protagonistas de una historia reiterada, repetida y absurda en muchos aspectos.
Así lo quisieron las expectativas ajenas, que poco a poco se tornan en una sofocante presión social, la misma que hoy nos gobierna.
Entonces, comienza una guerra fría por las patentes mentales, las masas son más dóciles cuánto más indirecto sea el mecanismo de control.
No pienso aceptar una realidad inamovible, no quiero que mi vida vaya en decadencia solo por complacer expectativas ajenas.
Me niego a vivir sin emoción.
Quiero robarle a la vida hasta el último minuto, para que cuando la muerte me alcance al fin, yo este sobrado con todo lo bailado.