Otro sitio: Salud Pública
Si hay un sitio de historias, de movimientos, de silencios, de ruidos, de asombros, de pasos pesados, de quejidos feroces, de miradas lastimosas, de manos unidas, de caricias calmantes, de lágrimas teñidas, de urgencias pasillos, de paciencias graciosas, de voces serias, de ratos largos, de desasosiegos calmos, de entradas y salidas, de charlas desconocidas, de mates solitarios, de listas pendientes, de sueños pausados, de timbres desestructurados, de horas eternas, de olores fuertes, de ecos metálicos, de pisos durmientes, de vidas marchando, de incipientes llantos anunciados, de pensamientos extraños y fugaces, de cables negros y mantos blancos, de dolores amigos, de indiferencias prestadas, ceños mancos, detrás de las rejas circulando.
De amables hormigas, de malhumores cansados. De los gestos hablando mudos, en señas a los humanos de estas tierras originarios, ademanes como espantando iras grotescas
De los comidos comentarios, «lo importante es que el paciente este bien», de los respetos casuales a las burlas calladas.
De mugres ignorantes y calor desinfectado.
De cuidados educados, del presupuesto destinado bajo y ajustado, de los insumos instrumentales de los invisibles, remedios escasos, de médicos pocos y especialistas excelentes esperando un llamado, metros cuadrados retóricos y el personal desbastado.
Del ausente: Estado. Caldos pobres de migajas contra manos.
Del mando contradictorio y la pregunta atónita, de las explicaciones machistas cálmate flaca o flaco o sana que sana, el porte que no es mío me enrostran con su talla.
De los y las que con dulzura te saludan, comunicando sus quehaceres y los muchas gracias.
Vengo sin el favor y a patas, del soy sola sin apellido, ¡pero piedad! que firmo : Mire.
Si hay un sitio que llena y vacía de uniformes claros, carátula de la salud pública descalza, amenazada, destruida, que sigue aun su marcha con gigantes de inmensas manos que salvan.
Vengo sin el favor y a patas, del soy sola sin apellido, ¡pero piedad! que firmo: la Mire.