PH: Mariel de Paulis
Es el año 1926, abril, 4. Sonja Akesson nace en la isla de Gotland, Suecia. Es el año 1951, Sonja viaja a Estocolmo, se asienta ahí, comienza a escribir. Escribe entre labores. Escribe entre bártulos de cocina, escribe mientras mece la cuna, entre el correteo de niñes, escribe sobre la tabla de planchar, entre guardapolvos y camisas. Entre labores, publica. Entre labores, escribe nuevamente. Entre labores, discute, lee los ninguneos de Lawrence Ferlinghetti, entre labores, le contesta. Akesson, ante todos los embates, escribe. Cría hijos, escribe, se casa, escribe, se divorcia, escribe, se vuelve a casar, escribe. Es el año 1977, Akesson se muda a Halmstad. Akesson, escribe, lucha contra el cáncer, y escribe un poco más. Finalmente, fallece.
Es el año 2022. Suaves, cremosas notas de jazz emanan de un tocadiscos, inundando lentamente la sala Payró del Teatro Municipal. La luz apenas tenue del sol y de las lámparas baña las sillas y sillones, mientras los hombres disfrutan la melodía y comentan la ejecución en voz baja. Una mujer mira gravemente por la ventana, observa algo que no está ahí. Su mirada atraviesa el vidrio, los edificios, las nubes de smog, el horizonte. Otra mujer plancha incansablemente un guardapolvo, que siempre guarda una arruga más, se sirve un trago, plancha, escribe unas líneas en papel, plancha, mece una cuna, escribe nuevamente. Sonja Akesson se sienta a mi lado y me convida un trago. Sonja Akesson vive en Bahía Blanca.
No es la primera vez que soy testigo de la hazaña de darle cuerpo y vida nuevamente a poetas. Es una tarea nada sencilla, y sin embargo el grupo Heterónimas ya ha probado estar más que a la altura, cuando en 2019 presentaron “Todos tus días han sido un día”, pieza basada en la obra de Marín Sorescu, poeta rumano del siglo XX. De todos modos, esta vez el grupo parece no haber hecho más que ajustar y refinar su técnica casi al punto de la experticia, en lo que respecta a llevar a escena un conjunto de textos poéticos.
En este último punto reside el desafío: al igual que “En todos tus días…” tenemos un cuerpo fragmentado, una trama que no es tal, sino lo es sólo y en tanto contienen todos la mano y la voz de su autora, no existe la linealidad del texto dramático. La ocasión anterior, este dilema se encontraba resuelto, a la vista, en la composición por cuadros, todos conectados por temas recurrentes, separados por cortes e interpretados impecablemente por un elenco que converge en un cuadro final.
Con Akesson, Heterónimas da un paso más allá: trabaja el material de origen mediante un recorte e hilvanado de textos que nos presenta un montaje de máxima fineza, que si bien contiene momentos de transición, están dados de forma totalmente orgánica. Esto no sería posible sin el trabajo de escritura y dirección de Mariana de Cristófaro, así como de su asistenta de dirección, Fernanda Zingale. Se le suma, por supuesto, la elasticidad y calidad del cuerpo actoral que sale al frente: Virginia Falcón, Sol Di Lernia y Pablo Duca nos reciben en personaje desde el minuto cero, para llevarnos a través de una serie de escenas y espectro de emociones que se asemejan a un cortometraje ejecutado en vivo, con una ambientación y vestuario de época on point gracias a la mano de Stella Maris Rigoni. La solidez de la propuesta no podría terminar de sostenerse sin el trabajo de Faku Vazquez en la música: más allá de la presencia de un soundtrack de clásicos del jazz reproducido en escena, Vazquez nos acompaña constantemente en los altibajos con guitarra, y echando mano a la voz y sonidos de percusión, para terminar dándonos una emotiva atmósfera que nos atraviesa en el clímax final, tan devastador como lleno de esperanza, pero que definitivamente es digno de vivirse, no ser contado.
En este vaivén se nos despliegan los detalles, complicaciones y miserias de la vida cotidiana de la mujer artista, que a su vez es dos y que a su vez es todas, al punto que, si bien están presentes las coordenadas temporales y geográficas, estas no hacen que la voz de Akesson, atravesada de existencialismo, sea menos potente para oídos latinoamericanos contemporáneos.
Si todavía no tuvieron la suerte de experimentar esta breve pero potente soiree con Sonja Akesson, todavía están a tiempo: la invitación se extiende una vez más antes del fin de temporada, este domingo 27 de noviembre a las 18:00 hs. Yo, que vuelvo, allí los veo.