Las sombras sobre el asfalto, las pisadas de la gente. Dejé muchas cosas en el camino, ya pasé  muchas veces por acá. Siento un deja vu eterno, me perdí en un laberinto de recuerdos tristes. Pienso todo el tiempo en vos, más de lo que mi mente puede soportar.

Es una confesión bochornosa pero me tendría que haber despedido como debía y en su lugar preferí acariciar a un perro. 

Estoy transitando por el mismo camino escabroso de siempre. 

Ahora tengo atravesado un objeto punzante en el pecho y en mi mano la vaga sensación de haber acariciado un doberman.