En mi vida común te espero tranquila. Todo sigue igual excepto tu voz. Acá está haciendo tanto calor que tu pelo perdió las margaritas y tus uñas ya están negras de tanto rascarte los moretones. Tallé tu nombre en una de las baldosas de la cuadra de tu casa y esperé a que se haga de noche para prender una vela. Gritaste mi nombre despacio, crepúsculo y en el poste de luz se dibujó la imagen de una virgen. No esperaste a que nos viéramos las manos arrugadas.
Tu cuerpo de éxito, tu último cumpleaños, tus mensajes de despedida son los únicos sonidos de viento. Casi que no distingo entre tu presencia y un dios absoluto encantador. ¿Cómo se hace para revivir un cuerpo?
Camino de espaldas por si algún día apareces transparente. No sabía que se podía separar una cama, un color, un perfume. Flores de jazmín, me acuerdo cuando pasabas y todo el mundo te miraba. Tu peluca, tus anteojos, todo era demasiado calor.
En mi placard pegué una foto nuestra y otra amor. En las nubes lilas compartís espacio y me duele la mandíbula de tanto esperar a que llueva. No cabe más alimento en mi boca, perdí el gusto.
Decidí que voy a copiar el humo que sale de todos los ceniceros con lentejuelas para poder llegar a lo más alto y visitarte. No estoy sola, tengo a todos los espíritus colgando de mi pulmón. Me tuerzo como una colilla, se me fracturan las vértebras al querer tragar la tierra que te cubre.
Quiero hijos como vos, sombra protectora. Quiero el sol, las letras de más, tomarme el agua bendita, martillar las salas de espera, quiero algo como lo dejaste.
Alguna vez alguien te dijo que eras todo?