Desde la vereda de enfrente

Volver al barrio, 

reflejarme en sus charcos

y tropezarme con sus desconsideradas veredas.

Barrio en el que no nací 

pero que me hizo crecer.

Volver, pero no de visita, 

volver de grande

volver a habitarlo 

pero desde la vereda de enfrente.

Barrio que mutó sin suerte 

casi tanto como yo.

Que tuvo su hijos

igual que yo.

Que recibió y dio 

tantos o tal vez más golpes 

de los que di yo.

Barrio que sigue inundándose 

cada vez que llueve

igual que yo que sigo llorando 

cada vez que me desbordo.

Barrio irregular, 

sin muchas bellezas y con pocas vergüenzas.

Barrio de peluquerías y talleres mecánicos.

Barrio sin forma ni solidaridad estética.

Barrio atravesado por las vías de un tren

en cuyos vagones escondí mis miserias.

Barrio que no me pertenece

pero al que le pertenezco.

Barrio que me copia o me burla,

que me echa y me aprisiona. 

Barrio que siempre me guarda un lugar

en el que tal vez 

yo no quiera habitar.

Al que tal vez sólo quiera volver de visita,

pero cuando sea chica.