Un pucho armado con el relato de mis miedos, y fumarlo.

Una parte de sus restos

permanece siempre en mi,

otra vuela, humo que escupo,

y yo me burlo de las cenizas inertes

en el platito de metal.

          

Si hoy no traen palabras,

le soplo en susurros colores pálidos

a este pétalo seco,

con la esperanza de que el lienzo manchado

del jugo de mis heridas

te conmueva.