Las cosas que viven

Leí un poema hermoso,

Sobre una puerta que esconde algo nuevo,

Y apoyado en aquella puerta espero,

Un gesto, una sonrisa, un saludo,

Espero los colores de una blusa, 

O el calor de una bufanda.

En la espera encuentro un refugio,

Un eco del futuro, de algo que no sucede,

Pero se ve desde la luz,

Que veo por debajo de la puerta.

Pido perdón a aquel lector confundido

Le pido que olvide mis palabras mientras las va leyendo.

Olvide mis palabras, pero no mi nombre

Olvide mis pensamientos, pero no mis 

emociones,

Le pido perdón, 

ya que debo narrar para no morir.

Y Perdón, amor mío, 

Por no estar despierto,

Por mi alma enferma, 

Dormida en un mar de ideas.

Me desnudo mediante palabras,

Y te muestro ‘tal como soy’.

Y al desnudarme me desenredo,

Entre lo que fuí y lo que seré,

Entre el principio y el fin de mí mismo,

Que se desarrolla en una línea irregular

Que empieza donde termina, y termina donde empieza.

Y así existo, cantando junto a las cosas que viven, desde mi lugar junto a las cosas que mueren.

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