Va a quedar para siempre la gotera
de la cocina
mientras estudio, mientras pienso
en si mañana o pasado florece la dalia
que me pasó mi abuela
en forma de papa para que sembrara dedicada
cada primavera
y quitara por las heladas de la tierra
al invierno siguiente.
En un principio llamé al plomero.
Le dije de la canilla vieja,
de la casa vieja.
De esta casa a la que van a tirar
en cuanto puedan hacer un edificio pomposo
con fachada pedante.
Pero por mientras vivo acá.
Mi padre murió en el verano
y esa gota que cae con precisión
viene a hacerme saber
que todas las cosas tienen un tiempo
como un metrónomo amateur
para mis pesares.