Literatura

Marcos y Tahiel están discutiendo.

Uno propone que su gancho izquierdo está a punto de alcanzar la mandíbula de Tahiel, para por fin noquearlo en el cuarto round.

Su contrincante difiere, puesto que ya se vio venir ese gancho, y (según él) va a aprovechar la apertura para aplicar un esquive y destruirle el hígado con su propio golpe.

Los pesos pesados discuten así. Un solo golpe, si es preciso, puede significar un knockout seguro. Lo cual convierte cada intercambio en una apuesta de alto riesgo y gran recompensa.

Tahiel llegó a esquivar, pero no a castigar la apertura. La pelea sigue y ambos están fatigados. Se resbalan en el sudor puesto que ni su calzado ni el suelo están preparados para la actividad. Jadean.

Se miran y sonríen. Ellos saben que se quieren, que disfrutan esto. Se divierten como nunca y la adrenalina los pone eufóricos. El hecho de que uno siga en pie mantiene al otro sobre los suyos. Es un círculo virtuoso que más de una vez los ha salvado. Marcos prometió no hablar sobre las cicatrices de Tahiel y éste último fingirá demencia si le preguntan por los tatuajes del primero. Solamente saben cuidarse del mundo, y son solo ellos los que se permiten el privilegio de agredirse.

Quinto round.

Marcos sabe que cuanto más hondo respire, más va a sostener el ritmo acelerado de la pelea. Tahiel sabe que cuando Marcos se esfuerza para llenar su pecho de aire, es porque no da más. Es su momento. Cuando suena la campana (la cual es su entrenador gritando que arranquen) tiene que ser rápido.

Marcos sabe de dónde viene Tahiel. Sabe que, sin las estrictas reglas del boxeo, no tendría chances de ganar. Pero en este terreno le saca ventaja, y en este arte tiene más bailes que su oponente. Tiene que ser preciso.

Tahiel se acerca y lanza dos jabs rápidos al rostro. No son para herir, son para medir. Marcos sabe perfectamente esto y mientras el segundo jab vuelve al cuerpo de su lanzador, aprovecha para cerrar distancias y buscar su propio jab, intencionado para frenar y desorientar.

En el boxeo, con guantes y cascos, todo se siente demasiado suave para ellos. Ambos saben lo que se siente golpear los nudillos contra un hueso nasal. Saben lo que se siente recibir un derechazo desnudo en las costillas. Ambos encuentran un poco desesperante la falta del contacto de la carne, pero no lo saben. Solo sienten que algo falta a esta pelea. Algo que podría matarlos.

Siguen con su estéril intercambio de violencias.  Tahiel en la ofensiva, buscando molestar y acabar con la paciencia de Marcos, el cual, según su respiración, quiere terminar la pelea lo antes posible.

Tahiel está en lo cierto, Marcos no puede más, y por eso lanza una ráfaga. Un jab izquierdo seguido por otro, y otro, y otro, y otro, y otro. Tahiel se ve venir otro más, pero cae en la trampa. Mientras se agacha, apoyando su peso en su pierna izquierda, abre su guardia para lanzar un golpe al abdomen de su oponente y ahí es donde se encuentra con el gancho derecho de marcos, que conecta con su mandíbula y le recuerda a casa.

2 comentarios en «Marcos y Tahiel están discutiendo.»

  • Esxcelente ritmo narrativo y compresión de lo que es una pelea de box (dicho x alguien que nunca estuvo en una pelea de box pero me hiciste sentir que es así)

    Respuesta
    • Gracias! Si te divirtió seguramente te divertiría arrancar un deporte de contacto. Lo recomiendo a todo el mundo, hay para todxs!

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