cuerpopalabra
El cuerpo,
deseoso de [re]vivir,
quizá fue solo eso:
un departamento vacío
que anhela ser habitado
que ocupa un espacio,
pero es desgraciado,
que implora el respeto
y obtiene secretos,
que es admirado
y, a la vez, repudiado,
es escupido
y también es temido.
El cuerpo, entonces,
experimentado de dolor,
para tantos,
es nada.
Pero, artífice sagrado,
si hay algo que aprendí
es que las palabras y el cuerpo
tienen la misma fuerza y el mismo sueño
que un río enfurecido.
ambos por sí solos
son sus dueños
y el amor,
blanco y empíreo,
rebalsa las orillas
de lo efímero
porque las palabras y los cuerpos
inundan con su voz
y reclaman
abrir alma y cielo,
desenterrar a los muertos
y volverse extranjeros
de los restos
de aquellos vacíos,
crucificados y descampados,
que no tienen corazón.
Vivir en los márgenes del deseo y la cobardía es sinónimo de morir ahogado y aparecer en las fronteras de tu propia culpa.
melómana