Que todos estos momentos no se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia

Nueve meses, nueve meses hace que “Vivimos adentro” o que no hubo más afueras. Nueve meses de nuevos significantes con los que antes dábamos en alguna novela de Burroughs o con la película en la que Ridley Scott inmortalizó al poco humano, pero humano, Roy Batty.

Se dice, todo ocurrió por allá, fines del 2019, principios del 2020, en un lugar llamado Wuhan, donde hay ferias en las que se vende ese animal que vos, occidental, nunca te vas a llevar a la boca. (El prejuicio culinario – étnico funciona como préstamo lingüístico y medios adalides de la primicia no periodismo titulan desde sus redacciones que la culpa es de los chinos porque no es lejano ese plato). Mi vieja odia a los chinos y ni siquiera viajó a China para fundar o no su enojo hacia ellos, pero está “informada”. Siempre hay un bueno y un malo en esa disputa. En este caso hay también un bueno y un malo en la disputa por la cura. Cuatro o cinco vacunas, la industria farmacéutica por llenar sus arcas y algunos médicos que nos salvan y ponen el cuerpo ya le venían discutiendo a los laboratorios, pero centraron sus miradas en esa máxima hipocrática de estudiar para curar, en este caso lo que alguien originó no se sabe dónde, ni cómo, ni cuándo. Igual, no es mi tema, porque la trama se arma y, al final, como dijo el portugués que escribió “Tabaquería”, somos esos cuentos contando cuentos, nada; y ese terreno que imagino yermo tal vez sea el lugar del tiraposta, del opinólogo, del que la tiene toda, del intratable en la mesa de la polémica de algún bar; ese que no pregunta y que le discute sobre sanitarismo al profesional de salud que pone su anatomía y capital cultural ante esto que nos toca vivir: Pandemia. SARS-COVID 19. De locos que un acrónimo que aparece primero en Google nos invite a pensarnos. En simultaneo a ese pensamiento ultra-solipista (más sól@s que nunca en nuestras casas aún en DISPO dejando ASPO), las historias o feeds de influencers no profesionales de la salud en Instagram, indican nuevos tratamientos ante esta peste que trajo al presente al “Vigilar y Castigar”. Es estética contemporánea. Las publicaciones en Twitter mostraron a una conductora de TV, en horario prime-time, bebiendo dióxido de cloro en vivo, desde el estudio: una publi. Es estética contemporánea. La tele era la basura, alertaba Frank Zappa; y la no canosa “comunicadora” remilgada aseguraba que eso prevenía el bicho. Días después, un niño moría en la provincia de Neuquén luego de beber dióxiodo de cloro. Lo titularon todos los medios, esos mismos que corren detrás de la primicia y que no preconizan una comunicación saludable. Mientras tanto, en loop, economía o salud: tándem que se presenta divisible y que es puesto en discusión por una voz liberal proveniente de algún lugar. ¿Economía o salud? ¿Salud o economía? ¿Vamos hacia nuevos significantes para más cuentos como: “Ecosalud o Saludonomía? No lo sé, no lo sé, no lo sé. Si de algo podemos estar seguros es que en este año la certeza fue la única que se corrió de la escena. De otra cosa estoy seguro, nadie puede detener, hasta ahora a la palabra como virus. Estás leyendo.

Y si la “palabra es un virus”, como dijo W. Burroughs, y como va la cosa en este texto; reproduzco acá una charla que tuve con Kurt Rojas hace un tiempo. Porque se puede pensar en el juego poético sobre que un virus bueno lleva calma a esa persona que está sóla y que sufre. Nos duele. Hace tiempo que no nos abrazamos, que no compartimos un mate. Este encierro aumentó la angustia, aumentó la depresión. Kurt es psícólogo y especialista en sanitarismo. Una tarde vía zoom, charlé con él

-Mark Fisher planteaba que la locura y la depresión son categorías políticas, ¿estás de acuerdo con eso?

-Claro que si. En el sentido más clásico de la palabra política, en el sentido de polis, en el sentido de comunidad, en el sentido de la afiliación política, desde el amor filial, desde la filia de los griegos. Para el abordaje de esta pandemia, hay que prestar atención a la desafiliación que se ve en algunos lugares, lo que sería una des-amorización, porque filia para los griegos es el amor amistad, el amor filial. Entonces, desde ahí es que nos desafilia a la polis. 

-Kurt, la cuarentena, con sus diferentes fases, se estableció en marzo. Ahora, ¿qué registro hay de lo emocional, de las personas que están encerradas en un departamento desde hace varios meses bajo la fase 1 y no pueden hacer otra cosa que ir de la cama al living o del living al súper, de las personas que hace mucho no prenden un fuego o no pueden ir a ver a sus niet@s que viven en otras ciudades? ¿Cómo impacta todo esto en lo emocional?

-No me gusta pensar lo que no se hizo. Pero en muchos municipios nos perdimos una oportunidad maravillosa de aplicar la estrategia de atención primaria de la salud y la estrategia de la salud mental comunitaria en el marco de la pandemia. En 2008 la ONU estableció una variable que dice que los sectores más desfavorecidos son los más vulnerados en este marco. En este caso, el operador de calle, era el primero en enterarse si el chico iba a la escuela, en qué condiciones vivía, si estaba deprimido, etc, etc. Es la lógica de afiliarlo.

-¿Qué beneficio se llevaría el vecino afectado en esa puesta?

-Primero le decimos que no está sólo y encerrado; segundo le aumentamos su capacidad de resiliencia, que ha sido mucha para muchos sectores; tercero, no lo desafiliamos socialmente. Le decimos: “Seguís siendo parte de la comunidad, pero con estas características y en este contexto”. No hay nada más angustiante que sentirse desafiliado del amor fraterno. En ese punto es que se debe trabajar la salud mental comunitaria. Y ahí, en ese marco, recogés las ansiedades, las angustias. Bajás la intensidad de que esto no termina más. Tenemos que explicar que esto termina y que esto pasa, pero que esa ansiedad pasa siendo con otros. Eso es lo que necesitamos transmitir. Ser con otros. Ese es el ágape, el amor con otros. No tengo formación religiosa, pero es un poco lo que dice el Papa Francisco cuando habla de dar hasta que duela. La pandemia no nos invita al ágape, a un encuentro. Por otro, lado lo que hoy se cuestiona de la pandemia es el empeoramiento de las condiciones socioeconómicas, que es una cuestión que nadie descarta, obvio.

-¿Y los llamados “anticuarentena”?

-Creo que los moviliza esa misma desafiliación, ¿no? No los pienso en una lógica antidemocrática, sino como una expresión. Claro que hay componentes fascistas, pero no puedo plantearlo así. Creo que es gente que está desafiliada del amor, pero no antidemocrática de manera taxativa. Para mí son anti salud o anti vida, porque exponerse a semejante riesgo sin protocolo alguno no tiene sentido. Creo que hay posibilidades de expresar la disidencia. La libertad es hago lo que quiero, con lo que puedo, con otros. Si no, es onanismo. Pero hay que explicarle a esa gente que esto va a pasar y que van a poder expresarse en el marco de la calle.

-Leí que en Irlanda uno de los dispositivos que funciona como salud mental es un taller de poesía abierto y online, donde las personas resisten leyendo, escribiendo, escuchándose, creando.

-Nosotros en 25 de Mayo (Bs As) trabajamos en eso con el taller Narrarnos 25, que trataba de rescatar la memoria local. Si bien era una forma de enseñar la escritura o redacción con ejercicios muy piolas, también era saludable porque nos ponía de frente con nuestro pasado. Ahí se afiliaban todxs y se era con otro. Había filiación. También hay que tener en claro que uno se puede afiliar desde lo virtual: talleres y cursos públicos y privados, gratis.

-Kurt, respecto a la salud y a la salud mental, ¿cuál sería el después en esta pandemia?

-Claro que hay un después. No es casual el aumento del consumo de psicofármacos y alcohol en cuarentena. Quiere decir que la angustia y el malestar intentan ser inhibidos por esas sustancias en algún punto, algo que va a traer incidencia en la salud. Hoy hago parte de mi trabajo en lo privado y lo veo. ¿Cuántas crisis de ansiedad y de angustia ha habido en estos tiempos de encierro? ¿Cuántas situaciones de violencia doméstica? Son situaciones que nos permiten pensar que la pandemia sin un abordaje de la salud mental va a dejar secuelas muy importantes, no solamente físicas.

-Como psicólogo, ¿qué le decís a esa persona que está viviendo esta etapa con gran sufrimiento emocional?

-Hay canales de respuestas. 0800, por ejemplo. Después hay que saber que esto pasa, que tiene un final, que termina. La única certidumbre es que tiene un fin, Es cierto que cuando la surfeás parece que no termina. Hay que mantener contactos diarios con las personas que queremos: familia, amigxs. Y, para los que están en fases más avanzadas, es importante que salgan a explorar todas las posibilidades; retomar talleres, cursos, caminatas, etc. Siempre somos con otros. Hay que afiliarse. Nada se hace sólo. Todas las personas hacemos a la salud mental de una comunidad.

Todas las personas hacemos a la salud mental de la comunidad. ¿Todas las personas hacemos a la salud? La charla vía Zoom con Kurt fue a fines del mes de julio. Volviendo al inicio, creo que Roy Batty, el personaje encarnado por Rutger Hauer en Blade Runner, hubiese sido el primero en guardarse, ponerse el barbijo, defender la salud pública, cuestionar a los medios que ignoran que las audiencias también se componen por personas que sienten, y vivir adentro de si mismo hasta que la peste pase, porque él, aun siendo un replicante (robot), deseaba vivir. No naturalicemos las muertes. Un saludo a los familiares de las personas que fallecieron por Coronavirus; y que todos los terribles momentos vividos hasta ahora, no se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

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