El 22 de diciembre me quedé solo. Un mes. En el llavero cuelgan las llaves de las casas donde debo ir a regar las plantas. Entrar a casas sin gente en enero no es sencillo: juguetes sueltos, juguetes en cajas en lugares oscuros. Silencio. El olor del encierro. Me hice el canchero, está bien mi amor, nos va a hacer bien extrañarnos. Me había olvidado como era la soledad verdadera. Esa que según me decía Rilke ayer en una de sus cartas, es la que sirve para crear. Ese 22 de diciembre rindo los últimos dos finales de la lic. en Geografía, antes de comenzar con mi tesis. El primero bien. Estoy rindiendo y escucho una bocina: mi hermana y su familia también se van unos días. No escucharé las ocurrencias de mis sobrinos en el barrio. Técnicas cualitativas en Geografía es mi posibilidad de unir hilos en mi vida: preparé como tema “ la literatura y la geografía”. Podré armar un camino. Podré tener por fin algo claro. Pero nada de eso sucede: soy el gato Gaudio en Roland Garros. Qué mal la estoy pasando. Solo me había sucedido lo mismo hace 18 años en mi primer final a los 17 . No me salían las palabras, se me cortó el aire, se me secó la lengua. Estudié pero no podía decir nada. Hora y media de examen, récord mundial de resistencia. Todo termina con un 4 y una camisa hecha agua. La literatura fagocitó a la geografía. Complicado estar en dos lados a la vez, no ser solo una persona. Después de un día de maratón de finales y soledad incipiente suena mi celular, número de Bahía. Bahía es donde nací pero el número no lo tengo registrado. En el mensaje de aviso de llamada entrante dice alarmas ADT, 20% de descuento: definitivamente no atiendo. Alguien me escribe a msn Facebook: necesito contactarte, ganaste un premio. Necesitamos tu CBU. Escribo desde los 12 años o antes , pero es la primera vez que recibo un premio por hacer eso. La segunda en realidad: la primera fue un aplauso de mis compañeros/as de séptimo grado. Había que inventar un objeto agregándole un prefijo . No me olvido, fue un lindo momento. Tengo dinero en mi cuenta que no proviene del Ministerio de Educación, no lo puedo creer. ¿ Se puede comprar milanesas con esa plata ?. El premio lo otorga la cooperativa de escritores Trafkintu junto con la Cooperativa Obrera. La Coope es uno de mis cinco lugares en el mundo, no importa la sucursal. Recuerdo ir a los cinco años con mi abuela Delmira a la sucursal de Brickman y jugar con mi hermano a perdernos entre las góndolas. En parte me daba miedo ese juego. Recuerdo los postres Shimmy en el sector de lácteos. La coope es la misma en cualquier lado y en cualquier tiempo. Los textos los leen tres personas, entre ellos el bahiense Luis Sagasti, de quien en esos días causalmente estaba leyendo “ Una ofrenda musical” (librazo). Me gusta como junto con el compatriota bahiense Mario Ortiz fomentan en sus libros “el arte de irse por las ramas sin caerse del árbol”.