Mi poesía grita tu nombre y tú ni siquiera lo ves
a tus labios les dediqué más versos que a tus ojos
y los adjetivos se burlaban de mí cuando buscaba describir el efecto de tu risa en mis entrañas.
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Las mariposas seguían revoloteando, pero tú ya te habías ido
contigo mi poesía se siente insignificante, imposible de abarcarte
no te hace justicia
y se reduce a un simple palabrerío al que solo tú puedes darle coherencia.
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Ya ni mis poemas me pertenecen; son tuyos y esperan expectantes por ti
ven a reclamarlos de una vez
porque cada noche claman por ti como cachorros perdidos
y yo no soy más que una inútil al intentar consolarlos.