Por allá, en el año de la distopía

existió un grupo

Estaba la joven fuego

que incendiaba almas con vida

el señor sombra

que sacaba espinas en la oscuridad y sonreía a la luz del día 

el señor rimas

que despertaba mentes y espíritus con sus creaciones

don atardecer

que pintaba profundos paisajes y bellas palabras con el sol

y la joven sacerdotisa

que escribía sus profecías para que no se perdiera el registro de nada

El año de la distopía también fue un pequeño apocalipsis

bueno, fueron varios apocalipsis comprimidos

cada quien tenía su fin del mundo

porque todo estallaba:

los huesos, las carnes, los deseos, los amores, los hígados, las decisiones

y este grupo se propuso rebelarse ante el destino

quisieron sobrevivir

usando sus artilugios y sus talentos

La joven fuego lloró mares de lava

incendió tristezas

el señor sombra coleccionó las espinas que iba sacando

las transformó en armas

el señor rimas invocó espíritus urbanos para la batalla

don atardecer diseñó los más hermosos refugios para descansar después de la guerra

la joven sacerdotisa detalló en sus papiros las hazañas de sus compañeros

para que la memoria futura nunca fallara

Y lucharon

dieron mucho, casi todo

hasta quedar debajo de pesados escombros

se les oprimía el pecho

el aire de sus pulmones se esfumaba poco a poco

los hacía llorar de dolor

entonces, pasaron sus manos por entre los restos como pudieron

tratando de alcanzar a sus compañeros

y se dieron las manos

así juntaron la suficiente fuerza para cumplir el sueño que tanto habían anhelado:

sobrevivir a sus apocalipsis

Con los últimos vestigios de vida

respiraron como pudieron

así, juntos surgieron de las cenizas e hicieron arte