Chango

Al principio fue el sánguche de milanesa tucumano. De corteza crocante y miga blanda.

Secada la mila luego de frita en papel de diario: dicen que si abrís el sanguche y estirás

la mila al aire, se pueden leer las noticias a trasluz. Encontrado por arqueólogos luego

de millones de años, entre las capas geológicas de la Formación Chichinales o la

Formación Anacleto, en las bardas, acá en Regina a ambos lados del valle.

O transportado por unos parientes que llegan desde Famaillá o Monteros, en el baúl

del auto durante 2000 kilómetros, evitando el desgaste que el tiempo puede generar

sobre cualquier tipo de elemento vivo.

Porque acá no existe.

O solo en el recuerdo gustativo de esas papilas norteñas, que cuando logran morder

en su memoria o en un sueño algo parecido, hacen que en el mapa argentino

desaparezcan todas esas provincias que están entremedio de Rio Negro y Tucumán y

son siempre un paso entre dos cosas. El mapa se comprime y las dos provincias quedan

pegadas con el mismo huevo condimentado que liga la milanesa con el rebozador.

Y así se puede bajar mejor del árbol cada manzana bajo el sol abrasador, tan lejos de

casa.

Con las únicas manos sensibles para escoger el fruto correcto y acumularlo en el pecho:

luego en bines que son como pechos más grandes.

Fruto sensible a los moretones que despiden etileno y pueden contaminar al resto de

frutos.

Frío, rocío, calor. Calor, frío, rocío.

El cuerpo se entumece en las gamelas. Gamela, pallet, colchón.

Anafe, gamela, guiso.

El baño queda lejos y hay muchas personas. El agua escasea. La cama está hecha de

la misma madera que sostiene a la fruta. El colchón es fino. La humedad por el colchón,

por la pared, por el cuerpo. El frío, el calor. El rocío. El pantalón puesto a las 7 de la

mañana. Los botines puestos a las 7 de la mañana. Conservan y acumulan: humedad,

calor, y frío.

Anafe. Rocío. Anafe.

Gamela.

Ganas de volver a verte. De celebrar tu cumpleaños. De poner el parlante a los

pingazos, y que escuchen los vecinos cuando pasen por la calle. Ganas de llevarte a la

escuela.

Ganas de irte a buscar a la escuela.(Golondrinas buscando el verano)

La escalera a veces se tambalea y el peón cae, Y no hay V.A.R para VER si lo ocurrido

es real o simulacro, o las dos cosas a la vez, ya que el cansancio a veces enfoca a ese

barco en el Atlántico yendo hacia tierras lejanas con algo que no le pertenece del todo.

Y la gente mira y no dice nada.

A.R.T.

A.T.R.

Dicen que vienen a robar.

Dicen que vienen a matar.

Dicen que vienen a tomar.

Pero no lo dicen.

(la golondrina vive poco y se reproduce mucho)

Tarde de enero, el sonido de las plantas que se mecen.

El chango se tira en la acequia fresca por la tarde, de cara al cielo, y se le vienen entre

el silencio de las plantas, las noches en el tropi de San Miguel. Allá son más simpáticas –

se dice a sí mismo. Hace un gesto con los labios hacia el costado y entrelaza las manos a

la altura del abdomen.

Se duerme soñando con lo que daría por una noche de placer físico, de humedecerse

por completo hasta olvidarse de palabras como trabajo y dinero. Sueña en el frescor de

la acequia, con la piel de la que allá quedó entre paréntesis. Sueña con una piecita en su

casa de Tucumán, para no estar todos amontonados. En esas casas, al ser tan chicas,

todos soñamos lo mismo.

Y en la hora dorada, camina por el centro de Regina, y para en el kiosco con la changada

a tomar unas frescas que esperan pacientes en la heladera del kiosquero, con escarchita

esparcida por todo el cuerpo: como canilla de albañil.

Mientras la gente mira y no dice nada.Da “la vuelta al perro” y no dice nada.

De la boca para adentro dice muchas cosas que no llegan a escucharse.

(la golondrina es pequeña y nunca anda sola)

Si anduviera solo qué dirían

Si anduviera de a muchos tampoco.

Solo un poco, lo suficiente. (El lobo vive en manadas)

Y al amanecer, machados hasta el pingo, terminar abrazados al borde del Salado

arroyo que parte la ciudad al medio

o con un cuchillo en el pecho,

o con una nube en la cabeza ya que acá nunca llueve sobre nosotros mismos

(Si las golondrinas vuelan bajo pronostican lluvia)

El Tucumanito anuncia la partida por plataforma 5. Las cajas blancas apiladas con fruta

adentro son el único equipaje.

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