Camino, el mundo se detiene
pájaros vuelan en circulo
en la plaza principal de mi ciudad
recojo una pluma
dos
tres
las aprieto en mi pecho, miro al cielo
no dejo que se escape nada
ni un recuerdo
una, dos
tres piedritas blancas que también atesoro
Camino, aparecen los aromas
en la ciudad de los naranjos
aún falta para la flor del azahar
Camino, respiro el tiempo
un, dos, tres
como una tela en blanco
una página en cero
la muerte cuando no avisa
Respiro el tiempo
aún falta para las flores del jazmín
Si ves que estoy pensando en otra cosa
No es nada malo, es que pasó una brisa
La brisa de la muerte enamorada
Que ronda como un ángel asesino
Camino. No paro de caminar
Este dolor ya no es mío
C a m i n o
Palabrario
Palabra rio
Rio en palabras
Dibujario
Dibuja rio
Rio dibuja
Dibujar el río
Rio, soy río,
dibujar
palabrar
como el cauce del río
Uno
No pierdo de vista las montañas
el cerro rodeado de nubes
un rio seco que pide agua para no morir
el monte saqueado,
desnudo, triste
Dos
¿De qué color es la vergüenza?
¿De qué sustancia están hechas las promesas?
¿Cuánto frío soporta una vida en un invierno crudo?
¿Cuántos días sin pan se pueden resistir?
¿Cuánto cuesta una vida?
Tres
Soy el rio, el monte,
ese cerro seco y árido
pidiendo agua para no morir
Soy la voz avergonzada que grita
por el hambre de los que no pueden más
Respiro, camino,
No puedo detener el tiempo
Manual de supervivencia
Es necesario estar muy cerquita de mí de lo que siento-pienso para no dispersarme, para no perderme. Muchas veces vuelvo a mi infancia a buscar elementos que disparen algún ejercicio de escritura o de lo que sea.
Hacer ejercicios, piezas u obras artísticas siempre me enseña algo más de mí, de lo que me gusta, de lo que me conecta más fácilmente conmigo.
Dibujar, bocetar, hacer mapas, escribir, leer, accionar en una performance, fotografiar y pensar, forman parte de la construcción de mi obra, y podría estar haciéndolo en cualquier rincón, a cualquier hora, con muy poquitos materiales. (ver Anexo-Kit de supervivencia)
Algo de música, o estar simplemente en medio de un paisaje, rodeada de sonidos de la naturaleza: el borboteo del agua, el piar de las aves, el susurro de algún bichito, me hacen creer que el cielo me envía mantras para que logre concentrarme en mí.
Si quiero enfocarme más en la pintura, que, en otros formatos, estoy atenta al color, a alguna mancha incierta, a las formas que dejan las huellas de los pinceles que más uso, a las marcas de mis dedos cuando se desplazan libremente por el lienzo con pintura, cemento, o cualquier otra cosa que produzca esos trazos.
Si, en cambio, me enfoco más en la escritura, en el dibujo y, en el grabado juego mucho más con los trazos temblorosos de mi mano. Y allí, el rescate siempre es al instante, como si hubiera tomado un frasco de ansiolíticos de los más potentes que ojalá nunca tenga que tomar.
Estoy y estaré siempre llena de dudas, pero con el tiempo aprendí a no tenerles miedo, y, por el contrario, juego con ellas sin responderme nunca ni una sola pregunta.
Hay algo de lo roto, lo sucio, lo viejo, algo de lo sin terminar que me seduce., Como si ablandara una parte de mí y, me rompiera en dos o más pedazos, o me llevara a un lugar grotesco, y del que solo salgo con un poco de la magia que se produce en mi refugio-taller. Todo esto siempre, mediante las estrategias de rescate que mencioné en los puntos anteriores.
A veces me creo esto de lo lúdico y retrocedo algunos casilleros, pierdo algunas batallas, interrumpo el juego, entonces decido barajar y dar de nuevo. Sigo en carrera, siempre contra mí, pero no abandono. La lucha es conmigo; y busco no caer en un pozo del que no sé si podré salir.
La práctica de tantos años de yoga me ha enseñado a respirar, a repetir mantras, a hacer ejercicios físicos diarios para mantener un ritmo bastante armónico de mí.
Debo agregar también que nadie se salva solo, que siempre hay amigues, compañeres, y una buena analista que te hacen escucharte a tiempo.
Escribo poemas propios o con frases hechas, juegos de palabras, frases de pancartas, o extraídas de canciones o de textos filosóficos, los estampo en pañuelos y armo una serie para mostrarlos alguna vez.
Exploro con una cámara, mi cuerpo arrastrándose por la casa aparentemente silenciosa, una mañana cualquiera de doscientos y tantos días de aislamiento. Y termino bajo la mesa baja del living, donde siento un regreso a mi infancia de casitas y refugios que me procuraba, para evadirme de la realidad brutal que vivíamos por los ‘70. Sin temor a caer en la mirada del que observa, como una loca, psicótica o alguien que lo ha perdido todo.
Pienso que lo exploratorio en la acción performática es, justamente, ese juego libre, sin reglas, sin ordenamiento, buscando lo incómodo para encontrar algo desde otro lugar. No le huyo a mi identidad ni al espacio doméstico. Tampoco a trabajar con lo oscuro y denso que hay en mí.
A finales de diciembre de 2019, escribí en una bitácora: “¿Qué pasaría si el tiempo se detuviera? ¡Quiero que el tiempo se detenga!!” Y en marzo de 2020, pues ya sabemos lo que ocurrió…
Entonces comencé a llenarme para vaciarme, a llenarme para vaciarme, a llenarme… a vaciarme para llenarme, a vaciarme para llenarme, a vaciarme…
El vacío llegó de la mano de un replanteo casi absoluto de mi práctica artística, comencé a cuestionarlo todo y luego de ver, observar, analizar, y preguntarme: ¿Cuál era el sentido de lo que había hecho? ¿Cuál era mi asunto, mi tema, mi concepto? ¿Cuál era mi conflicto? ¿Cómo lo siento? ¿Cómo lo resuelvo? ¿Desde qué lugar quiero partir? Ya mencioné que no necesito respuestas para todas mis dudas.
Barajo y reparto de nuevo. Voy de adentro hacia afuera. Me lleno para vaciarme, me vacío para llenarme. Me quedo quieta, pero no inmóvil. Sigo jugando como adulta en mi mundo paralelo. Barajo y reparto de nuevo.
Anexo- Kit de supervivencia
Todo kit necesita, antes que nada, un dispositivo móvil con batería completa y acceso a Internet, para poder comunicarte si algo no resulta bien, con posibilidad de escuchar música, con cámara de video y fotografía. Una cartuchera con lápices, una birome, algún óleo pastel, un gouache, un acrílico, los colores de estos no importan, todo sirve. Para lo demás, tenés tu cabeza y tu corazón bien ubicados. Uno o varios papeles o telas de pequeño formato, una libreta o bitácora, una bolsa de dormir, un abrigo (no vaya a ser cosa que refresque, aunque estés en La Rioja, donde, casi siempre hace calor. Una botella de agua, unas frutas y algunas barras de cereales. Todo esto entra cómodamente en una mochila. Ahhhh, ¡me olvidaba del alcohol en gel y el barbijo! Ahora podés perderte un par de días en una montaña cercana, en la quebrada, o en el cerro del Velazco.
La Rioja, Mayo 2021