No tenía sentido que nos encontremos así.

Yo estaba despeinada, vos recién te despertabas

y ninguno (jamás) estaba en sus cabales.

Pero forzamos el encuentro

como forzamos cada beso, cada caricia,

atamos corazón con corazón

como si nos hubieran enseñado que para amar

hay que obligarse a estar;

ni vos 

           ni yo 

queriamos estar ahí.

Aunque correr era inútil,

al menos así lo pensaba.

Vos siempre fuiste a la solución fácil,

vos, tu privilegio:

siempre con los pensamientos nublados,

y yo siempre con los pensamientos intrusivos