Reina de espadas, mi realidad. Reina de espadas, mi verdad. No está oculto el azar sin pretextos que denota al sol. Se ilumina el corazón prófugo de nada. 

Hay hechos que permanecen instantáneos, que perduran en el pasaje. Se dice que hace falta. Que hace falta… ¿Qué hace falta?

Yo no quiero saber tanto más, si ya sé todo y no me gusta esa verdad. Quiero crear un mundo imaginario y  en ese «quiero» ya lo creé. Qué atrevimiento el mío de jugar a ser Dios y creer que puedo saberlo todo de todos. Que puedo entender incluso la parte más profunda de los seres que viven en este lugar. 

Qué tonterías digo; vagabundean mis pensares y mis pesares en ciclos de escalera en caracol. Suben, bajan, se marean y no direccionan más allá de eso. 

¡Qué torpeza la mía! Ja.