¿De qué le sirve a dios rezar sin fe?
El saber-deber Cuando dios creó al hombre, lo hizo a su imagen y semejanza para no sentirse tan solo en
Filosofía
Filosofía
Llorar en casa
El llanto de los lobos en el alba, Las huellas de nieve sobre los pingüinos, Las rocas plantadas al amanecer,
Ontología del acontecimiento: Viggo Mortensen y una ecobolsa
Heidegger y la pregunta por el Ser Superación de la metafísica y La pregunta por la técnica son textos que,
Desde el llano
Había una persona que al parecer intentaba escalar una montaña; a decir verdad, más bien era un monte o colina grande, algo más accesible por algunos sitios que por otros, más escarpada o más suave en su declive según la parte por la que uno intentara subir. Tampoco era en realidad obligatorio subir, pero esta persona, como tantas, sentía dentro de sí la necesidad y el deber de escalar y llegar a la cima si era posible
LOS CONSERVADORES DEL FUTURO: Miedo al Pasado, El Poder de la Memoria
Texto de ensayo-ficcion. Karen Barad, Avshalom Elitzur, Walter Benjamin. física cuántica, filosofía política, literatura. Este escrito es complementario del texto
MANUAL PARA SEGUIR Y ESPIAR MUJERES HERMOSAS.
Voy en un ómnibus. En una esquina con semáforos veo a través de la ventana a un tipo con un balde y un pequeño lampazo, de esos que se dedican a limpiar los parabrisas a cambio de algunas monedas. El tipo viene resueltamente hasta la ventana, a la altura de una mujer hermosa que está sentada en el asiento delante del mío, y le dibuja en el vidrio un pequeño corazón de espuma…
La cicatriz secreta.
El verano te asfixiaba si es que no tenías sombra en la profundidad de este valle húmedo y tranquilo. La
Los trabajos
Para conseguir un trabajo lo primero es buscarlo, y para buscarlo hay que madrugar y salir con el diario bajo el brazo; lo he hecho muchas veces y hoy de nuevo, aunque ahora el diario sea el celular, que no se lleva bajo el brazo sino en el bolsillo; lo que no cambia es lo de madrugar, y yo madrugué y acá estoy, después de tomar dos ómnibus: soy el noveno en una fila de más de 100 personas que ocupa la cuadra y dobla en la esquina.
Momento
Al final de la calle, por encima de las casas y los árboles, el molino totalmente inmóvil. Junto a mí, los autos quietos con sus choferes estáticos como una foto, como maniquíes de escaparate. Allá en lo alto, en el centro del cielo despejado, un sol tan permanente y tan detenido como un bajorrelieve antiguo tallado en granito.
Aquí no hay tiempo.