La masa de hidrógeno parpadeó por última vez, completó su rompecabezas incandescente y generó su suicidio. Allá lejos, en mi planeta aún no lo saben. Tardarán ocho minutos en darse cuenta. Desde mi nave no podré hacer nada. Ni siquiera avisar, ni siquiera pedir.

Los últimos humanos en la Estación Tierra 1  dejarán caer sus herramientas, algunos serán favorecidos en un sueño incomprendido, otros no querrán saber.

Desde mañana no hay mañanas ni días, la noche de luna llena con su lado oscuro permanente iluminando las desgracias, serán los nuevos días y el resto de las noches serán la oscuridad menos deseada. Desde mi nave y camino al pasado trato de cerrar los ojos y sólo esperar. No habrá más calor que el de nuestro corazón.

En dos bocanadas se comerá al mundo. Maldito y gordo sol, lamiendo el espacio hambriento como siempre, enfriándose y muriendo. 

No me preocupaba mucho, aquí en mi nave llevamos algo para suplantarlo. Un sol nuevo.

Desde el espacio la vida se verá en otros tonos. Se soñará en otros colores.

Peor hubiera sido suplantar la Luna. Nos habríamos quedado tiesos esperando que los mares se muevan o que las embarazadas tengan náuseas. Hubiera no preferido eso.

Por suerte tuvimos que lidiar con el sol. El viejo y gordo sol.

Desde el principio del infinito voy comandando este viaje a ningún lado, pegado a un vidrio transpirado de mi respiración. Faltan 500 años para que yo vuelva a despertar. En este sueño me pregunto si habrá grillos donde vamos. En este sueño voy cantando una canción mientras camino sobre las piedras de un río en otra vida.

“Here comes the sun, te ru ra ru…Here comes the sun and I say…It´s all right”