Sociedad

Ausonio

Piernas entrelazadas,

juicio nublado de deseo,

mente ebria por cada toque,

los sentidos,

mareados de cuerpo.

El estímulo,

su aroma.

La cabeza,

la razón,

abismada

en ese edén secreto,

bajo el altar de su rostro,

y la piel,

ceñida

como sombra al cuerpo.

Mi amor,

la libertad no es fantástica.

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