Todos los años comienzo enero con mil proyectos y planes. Algunos se cumplen, otros quedan en el camino. Uno de mis deseos de 2021 es traducir la mayor cantidad posible de poemas de Catulo y, para eso, voy a publicarlos periódicamente (si puedo y cuando pueda) en Trafkintu. Traducciones modestas, hechas con cariño en alguna madrugada. 

En esta edición, elegí compartirles dos poemas de este autor latino. El primero, una dedicatoria. El segundo, una manifestación de alegría. Ambos comparten un agradecimiento en torno a la amistad. Espero que lo puedan disfrutar. 

I

Cui dono lepidum novum libellum
arida modo pumice expolitum?
Corneli, tibi: namque tu solebas
meas esse aliquid putare nugas.
Iam tum, cum ausus es unus Italorum
omne aevum tribus explicare cartis 
Doctis, Iuppiter, et laboriosis!
Quare habe tibi quidquid hoc libelli—
qualecumque, quod, o patrona virgo,
plus uno maneat perenne saeclo!
 
 
***                                                                      
¿A quién le regalo este simpático nuevo librito
pulido simplemente con la árida piedra pomex?
A vos, Cornelio: porque vos tenías la costumbre
de considerar que mis pavadas eran algo.
Ya entonces, cuando te atreviste único entre los Ítalos
a explicar toda la historia en tres tomos
sabios – ¡por Júpiter! – y bien trabajados.
Por eso tené para vos todo lo que sea este librito
y todo lo que valga, ¡por favor, virgen protectora!
Que permanezca perenne por más de un siglo.
 
 
 

IX

Verani, omnibus e meis amicis
antistans mihi milibus trecentis,
venistine domum ad tuos penates
fratresque unanimos anumque matrem?
venisti. o mihi nuntii beati!
visam te incolumem audiamque Hiberum
narrantem loca, facta nationes,
ut mos est tuus, applicansque collum
iucundum os oculosque suaviabor.
o quantum est hominum beatiorum,
quid me laetius est beatiusve?
 
***
Veranio, que para mí sos el mejor
de todos mis trescientos mil amigos,
¿volviste a casa, a tus penates,
a tus hermanos queridos, hacia tu anciana madre?
Volviste. ¡Qué hermosa noticia para mí!
Te voy a ver sano y voy a escuchar lo que digas,
la historia de los iberos, los países visitados,
como es costumbre tuya, y abrazando tu cuello
voy a besar tu linda boca y tus ojos.
Ay, de cuántos hombres más felices
¿quién está más contento y más feliz que yo?