en una sala vidriada
entre papeles y café,
vi tu rostro nuevamente
y casi me desmayé
después de mucho tiempo,
encuentros que nunca fueron,
por casualidad te crucé,
y no supe que hacer
la primera conversación
que tuvimos en seis años,
en el medio de extraños,
con nostalgia en las palabras,
con pena en oraciones
y recíproca tristeza,
en la que no puedo entender
cómo podes decir al aire,
en una radio nacional,
cosas tan maravillosas de mi
y después irte así, sin más
en la noche larga y oscura,
que me llega después en soledad,
sin entender qué me viste
o por qué ya no me querés más
Cuando no puedo decirlo, escribo.