Me llena de vergüenza saber que existe la posibilidad que lo leas… que te burles como siempre hiciste… que me veas siendo miserable de nuevo, para así poder reírte.

Me aterra porque tus chistes, quejas, gestos y miradas, me denigraron de una manera que nunca creí posible… me quebré en mil parte y me volví polvillo.

Poco a poco me intenté juntar y reconstruir, pero ya no era lo mismo… estaba rota.

Y debo admitir que te intento culpar cada vez que puedo… pero realmente ¿es tu culpa? o ¿es la mía por no valorarme lo suficiente para escapar antes del incendio?

-Lucila Rebolledo