La irremediable soledad se apodera de mí
todas las noches.
Es entonces cuando busco tu voz,
cuando inquiero tu rostro.
Detesto la distancia que nos aleja
y el tiempo que nos condena a movernos.
Recordarte se me ha vuelto recurrente;
tú nombre ya se hizo poema,
la musa tiene tu voz.
Todo lo danzante lo hace al ritmo de tus latidos,
siguiendo el orden de tu armonía.
En mi mente logro conocer tu alma,
y juntos caminamos por los Campos Elíseos.
Divagamos sobre las palabras
como divagan nuestros ojos sobre nuestros cuerpos.
Hazme el amor como si fuera una epopeya.
desgarra mi vientre con tus garras y cómete mis adentros.
profana mis templos,
y que el fuego de tu cuerpo me devore.