I

Un corazón lastimado
vagaba por el mundo,
sin sentido recorría los lugares
que nunca le dieron nada.

El corazón lastimado
encontró otro corazón herido,
y juntos comenzaron a recorrer
los lugares que ahora,
se volvían sitios de bien.

El corazón, ya sanando,
buscaba flores en los jardines,
quería llevarle amor
al corazón que curaba.

El corazón, lleno de amor
volvía a los lugares
que antes los habían hecho felices,
con una mochila cargada de poemas,
poemas cargados de adoración.

El corazón, ya no corazón,
solo amor, transitaba la eternidad
en su memoria,
quería colmar al otro pobre corazón doliente.
Le regalo su vida,
le dio todo lo que tenía,
y no fue suficiente.

El corazón, ya no amor
ya un poco golpeado,
no entendía las formas de aquél corazón
supuesto de amor,
aun así, caminaba con los ojos cerrados,
usando su mano como guía.

El corazón, ya roto,
buscaba sus partes en la oscuridad.
Se acercaba al abismo para ver si algo
había caído allí,
mientras tanto, el corazón,
supuesto de amor,
se había llevado la luz.

Aquél seguía buscando sus partes
y no podía contenerlo.
Ya era tarde,
el otro corazón se había llevado todo.
Se había ido sano.

El corazón, ya roto,
irremediablemente roto,
ultrajado, cruelmente asesinado,
solo en la oscuridad decidió saltar al abismo.
Después de todo, su muerte era irrevocable.

El corazón,
ya no corazón,
ya nada.
Murió,
murió de amor,
triste porque había perdido,
feliz porque había sanado.

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