Dueño del barco

0

Se me complica escribir,

Fatiga mental

Que no me deja pensar

O siquiera salir de mi casa,

Mis manos temblorosas

Con miedo a esbozar

Y encontrar el dolor más profundo que pueda hallar,

Que me use en lugar de yo usarlo a él,

Que me deje atónito

Con su sombra que de noche y día se ve,

Un monstruo oscuro,

Con mi cara de atuendo

Una abominación que ni yo mismo comprendo,

¿Desde cuándo la creé? Me pregunto, no recuerdo

De tantos años que no lloré,

Y tantas veces que ignoré 

Todos mis malos momentos,

Se formó esta viscosidad de la cual difícil es escapar.

En mi cabeza hago de todo:

Pienso, resuelvo, armo planes, desarmo

Converso, hablo, me emociono, canto

Charlo, río, me enojo e incluso hay llanto;

Pero me miro como en un espejo universal

Y mi cara no parece haberse inmutado

Ni con el dolor físico más punzante 

O con el chiste más gracioso de un cínico

O la pérdida de alguien, de alguien

O mis propios fracasos íntimos…

Los últimos los vivo todas las noches

Donde me recuerdo el ser imperfecto que soy

Más desastre que perfección

Pero eso es lo mágico de ser un vivo y no un muerto

Ser desastre implica ordenamiento en algún momento

Ser desastre implica estar en movimiento 

Ser desastre es estar en la Tierra con los pies en el suelo,

Soy un desastre, no veo mejoría, sólo restos de esperanza que detesto.

Me asusta no ser nadie

Pero más me asusta es ser alguien

Responsabilidad de mantener un nombre con una alta vara

La mantuve toda mi vida por encima de lo que esperaban

Nunca lloré, nunca pataleé, siempre fui formal y educado en donde me llamaban,

Nunca discutí o contesté

Y ahora me viene la factura toda junta que no sé dónde cargarla,

¿Debo volver a medirme con la vara?

O romperla y dejar de usarla,

Son dos caminos muy distintos

Pero caminos que ayudan en lo mismo

Debo ser inteligente, soy un alma en potencia que puede terminar en un abismo,

Y no en cualquier abismo, porque son distintos para todos

Es el lugar donde menos queremos estar

Pero que más nos atrapa con su seducción y falso bienestar

Comodidad, lujos (poder estar mal)

Pero al final del día, solo estás

Te cansas de estarlo

De no ver cambios en el diario de tu vida

Sólo cansancio de no hacer nada

Y frustración llenan tu día.

Por favor te lo pido,

Haz algo,

Toma un camino,

Hacelo rápido 

¿No ves que sos el dueño del barco?

Ese, del que se está hundiendo

Todos tus marineros se estarán ahogando si no haces algo

0

2 comentarios en “Dueño del barco”

  1. Matias, cada línea de este escrito es una punzada en el corazón. Cada palabra va construyendo un tejido que, a pesar de su cualidad dolorosa, en cierta forma me rodea y me abriga. Qué sensación tan curiosa es leer algo y sentir que te refleja, ¿no? Me pasa eso con lo que escribiste. Me pasa que para mí es una suerte de espejo. Agradezco poder leerlo y reconocerme, pero también me aflijo. No es fácil despertarse y sentir miedo. No es fácil despertarse. No es fácil aceptar que uno tiene que despertar. Yo sé que mi barco se hunde, pero no puedo moverme. Algo se ahoga y no lo puedo salvar; el cuerpo no me responde. La impotencia y la tristeza se apoderan de mí, y van de la mano como confidentes. Y justamente hoy, bien temprano, abrí los ojos en mitad de un sueño y supe con certeza que esto no puede seguir así, que no puedo dejar que se lleve mi vida. Hoy acepté que yo quiero vivir, y morir viviendo y no vivir muriendo. Espero que salga el sol donde vivís y que su luz te abrace. Espero que tomes el café sobre el que alguna vez escribiste y que no tenga gusto a consuelo sino a un porvenir de plata (de esos que relucen). Espero que el clima mañana esté justo como a vos te gusta. Espero que encuentres paz en el espejo. Espero que existas sin demasiados cuestionamientos. Espero que tengas un lindo día. Yo estaré deseando lo mismo para mí; que a cada hora que pase, esté alejándome del abismo.

    0
    1. Todavía a día de hoy te agradezco por este comentario tan cálido que me has hecho, me arrepiento de no haberlo contestado en su momento, pero un nudo en la garganta se me había hecho, no esperaba tanto. Espero que los días estén como a ti también te gusten, que puedas tomar tu té y vivir, mirarte en el espejo y estar feliz, que ojalá cada día puedas estar con los pies fuera del abismo, a veces alguno dentro, pero siempre desearé que nunca estén tus dos piernas, o tu cuerpo entero dentro de ese terrorífico infierno. Yo seguiré deseando lo mismo que vos, y aún más por volver a leer este estupendo mensaje, gracias, con la mano en el corazón.

      0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *