Uno, dos, tres ¡ya! saltamos entre arbustos de espinas, sin aventuras peligrosas no habría cazas.

Dimos un sacudón, buscando emoción, nos quitamos las espinas, respirando hondo, soportando el dolor, el espíritu de aventura no moriría con el primer resbalón.

Y saltamos, sin ver hacia abajo, cerrando fuerte los ojos, nos encontramos, íntimos y despojados.

Regrese agotada aquel día, la jornada de estudiante del profesorado, media mañana práctica, la restante teoría.

Las ratas me esperaban, en el cuartucho alquilado, entraba ruidosa, para ahuyentarlas, me tire en la cama, abandonado músculos y pensamientos, cual Cristo horizontal, al descanso, más de una semana que habíamos terminado, nada de almuerzos preparados, gire mi cuerpo, en mi mano, pincharon espinas, y vi, una rosa blanca, me la habías dejado. 

Miré largo, absorta, ni siquiera entendía nuestro fin o hoy  lo recuerdo, desdibujado..

Corrí a buscarte con la rosa en la mano, toque el timbre, atendió tu mami.

─Hola ¿Cómo está? ¿Está Rodri? 

─ ¿Si Meli, pasa, ya lo llamo?

Me dijiste ese día, que el significado de la rosa fue despedida y yo comprendí lo contrario, la confusión, propició el reencuentro, abundaba amor, para intentarlo, la unión de nuestras juventudes, nos regaló muchos años, de afectos, de pañales y mamaderas, hicimos el casal rapidito, el juego de adultos ya había iniciado, así corrieron años y una familia formamos.

Muchos hermosos recuerdos pasamos, fuimos progresando, el trabajo te demandaba sacrificar tu presencia, los cuatro, los domingos, después de los almuerzos, que partías, inundados de angustias, pero hacías todo y más, para que nada nos faltara.

Siempre muy sexuales, de los pies, rozando en nuestra morada de descanso, hasta el sitio cercano y disponible, se adaptaba a saciar nuestros instintos humanos, escapábamos de los chiquitines los momentos necesarios.

Nos defendíamos, ¿te acordas del choque? Tu Ford azul vieja, que le dabas arranque conectando los cables, a la salida de cenar en ese restaurant tan coqueto, yo ya arriba, conectaste y fue marcha atrás sin nadie en el volante, se detuvo al darle a otra ¡0km, reluciente! el dueño llegó exorbitado, todos mirando:

─ ¿Qué haces payaso?─ te grito.

Y salte yo:

─ ¿A quien le decís payaso? ¿Te crees que por tener dinero, te da el derecho de tratar a las personas como dueño de todos? ¡Él ya te pidió disculpas, pelotudo!─ y seguí y seguí, hasta que me apartaron.

El don vino y te dijo:

─Bueno, anda a la estación de servicios, y arreglamos, por el seguro, pero solo, no con esta loca.

Rodamos con anillos y tortas, pero falle yo ¿o no? aferrarme a tus ausencias, mate nuestros sueños, también sabía los tuyos, al retenerte, no irías tras ellos.

─Siempre soñaste con ser motoquero, compra la moto y hacelo ─te dije, en tus últimos intentos de continuar.

─Mile, la vida pasa, todo es efímero, nos llevamos bien, tenemos todo, porque al final lo que queda es el compañerismo─ dude en tu propuesta y no lo vi, porque tenías razón, yo firme el fin.

Fuimos cazando otros juegos separados, pasaron veinticinco años y hoy aquí entre los arbustos, con espinas, sudando con otros seres, de otros juegos.