vuelve
un poema que nace, micropartículas de un cuerpo no identificado, explosión de quantas por dimensiones silientes. Nace de nada, hacia nada, bordonea la letra las venas de lo impalpable, sacude al ritmo de tictac o del vaivén que vuelve siempre, vuelve como marea incansable. Un poema nace, hace sin sentido fugas, derivas que interfieren entre la luz y la materia, entre el cuerpo y la energía moviente. Nace mórbido, efímero, nace como nace lo nuevo, sin nombre, con hambre. Nace un poema en el mareo que revuelve la piel, que eriza los pastos, que invierte el sueño. Nace sin decir, retorna, circunscribe el ritual incansable de crearse sin llegar a serse.