Un guerrero se acerca a las costas a pedir la anuencia de Poseidón. Puesto que había decidido hace tiempo dejar los campos de batallas, el ruido del hierro, el llanto de los yelmos partiéndose contra las espadas y la sangre en la tierra. Deseaba abrirse paso por los anchos caminos del océano, conocer nuevas aventuras y resignificar su vida. Pero, como es de costumbre, para ello es necesaria la bendición del dios de los mares. Así pues, se dispuso el ritual y rezó, e hizo su petición. Entonces el rey del mar se presentó desde las costas y dijo:

– Bendito eres estimado Miltiades de Rodas, he recibido tu ofrenda con agrado, puesto que has sido valiente en el campo de batalla mas no por ello has de esgrimir con orgullo la sangre derramada por tus fuertes manos, percibo un halo de dolor en tu corazón y por eso vienes a pedirme que te de mi anuencia para surcar mis aguas.

– Así es todo poderoso señor de los océanos, estoy aquí porque quiero abrir mi corazón a la aventura, conocer nuevas costas, nuevos continentes visitar nuevos reinos y nuevas gentes. Quiero guardar mi espada y navegar para que todos mis periplos me engrandezcan en conocimientos del mundo y así ya no haya otra cosa que blandir, más que la sabiduría de un viajero, y que el sonido de los metales sean producto de mis riquezas adquiridas y no el de la amarga contienda.

– Noble es tu intención, por cierto, y más cierto aún es que las aventuras que las olas traen transforman a los valientes que se animen a cabalgar en ellas. También es cierto que no es una decisión que se deba tomar a la ligera. Aquí estas en mi reino, cualquier tropiezo y las fauces oceánicas pueden llevarte a las profundidades en tumultuosas corrientes, grandes bestias te harían su bocado en solo segundos, ¿Eres consciente de los peligros que abundan en mi territorio?

– Soy consciente señor, que en este ancho mundo lleno de grandezas, que caminaron los titanes, y donde se pasean los dioses y las ninfas, este cuerpo mortal es solo una mota de polvo entregado a las buenas del destino. Pero creo que he pasado suficiente tiempo aquí y estoy pronto para la aventura.

– Tu humildad no es menor a tu valentía, pero siento que tu orgullo te nubla el juicio, el orgullo es el peor estupefaciente de los hombres, puesto que bajo una noble razón se haya escondida una nota de inmadurez que no se escucha, porque como tal, el orgullo adormece los sentidos, sobre todos los que permiten escucharse a uno mismo si no es aplicado con buen juicio. Dime valiente, tú que osas pedir mi bendición para pisar mi reino, dime, y si respondes que sí, tendrás mi buen visto para pasear libremente por mis aguas, más guía no te faltará, y si bien será tuyo el cuidado respecto a las bestias y los peligros naturales del mar, yo siempre estaré. Dime guerrero, tú que quieres vivir en las aguas, ¿Puedes afirmar con certeza, que sabes vivir en la tierra? ¿Puedes decirme que has aprendido sabiamente y con maestría el verdadero juego que desde el Olimpo hemos confeccionado los dioses para los cuerpos encarnados? Te advierto, que no es posible mentirme, puesto que mis hermanos y yo, lo sabemos todo, lo que fue, lo que es y lo que será. Y para muestra un botón: recuerda lo que le pasó al rey Minos de Creta al entregarme un falso toro en lugar del toro sagrado que solicité como ofrenda para bendecir su reino.

Lleno de asombro y una creciente amargura, el guerrero quedó atónito, su cuerpo quedó inmóvil y pronto cayó en la cuenta de que no era capaz de responder de manera afirmativa las preguntas de Poseidón. Entonces dio la siguiente respuesta:

– Nuevamente tu sabiduría no hace más que acrecentar mi amor y respeto por tus enseñanzas gran padre de los océanos. Con gran congoja he debido tragarme mi orgullo puesto que una gran verdad me ha sido revelada, no puedo afirmar que soy dueño de una maestría ejemplar en el arte de la vida aquí en el suelo terrestre, he pasado la mayor parte de mi tiempo esgrimiendo un sable para quitar vidas, la muerte ha sido un hábito en la bienaventuranza de mis días. He perdido tiempo y atención levantando el puño y he desatendido mi propia humanidad, me he endurecido y si bien la empatía no la he perdido ni tampoco las pasiones que llevo conmigo desde que era una criatura, poco he hecho con ellas. – Dijo lleno de tristeza y con lágrimas en los ojos. – Pido mi más sincero perdón amo de las aguas, puesto que no estoy calificado para el viaje que yo mismo he solicitado, más vergüenza siento por haberte hecho perder el tiempo en esta estéril e imprudente empresa que he concebido en mi corazón y mente.

– No te preocupes, ya conocía la respuesta, recuerda que yo lo sé todo y sé también que te espera una mejor vida. Pero no puedo permitirte entrar aquí si no estas maduro en el juego de la vida. Tendrás que poner el corazón y tu voluntad, deberás andar un camino que nunca has hecho, verás que otros te llevarán ventaja. Pero no temas, vuelve a la tierra, encuéntrate contigo mismo domina las artes de la vida y vuelve a mi puerta. Te estaremos viendo desde el olimpo, los mensajes estarán ahí, serán pequeños, pero no por ello menos poderosos. Pero para que veas que tienes mi favor en esta faena, a la que te he conminado, escucha la siguiente frase, que será un buen punto de partida, medítala una y otra vez:

No olvides, que la música de la creación, se escucha en los sueños.

¡Vuelve a tu tierra guerrero, tu viñedo y tus estancias necesitan ser atendidas! Cuando tengas la respuesta acude a mí.

Poseidón se retira desapareciendo en las profundidades de sus aguas y Miltiades vuelve a sus estancias para continuar con su vida diaria. Pronta la noche en la que Cronos se paseaba por la constelación de aries y después de una buena cena, se dispone al descanso. En mitad de la madrugada se despierta prematuramente, a su lado, su esposa se asusta y le pregunta:

– ¿Qué ha pasado amado mío? ¿Dime que pesadilla te ha turbado el sueño? ¿Qué inquietantes y espantosas imágenes pudieron dejar agitado así, a un hombre de tal valentía como tú? Pareces un niño asustado…

– No… no fue una pesadilla ni un mal sueño…. Solo que…Tuve las imágenes más extrañas que pudiera conocer un mortal en eones. Jamás había visto una cosa así. – Dijo con el corazón agitado. – Estaba en una especie de salón gigante, con luces que venían de los cristales y el techo, todos bailaban sobre una música agitada que sonaba muy fuerte, no entiendo como podían estar con ánimos festivos frente a tan ruidoso espectáculo. La gente vestía tan distinto, nunca vi nada igual, las faldas de las mujeres eran extremadamente cortas y ajustadas, las ropas de los hombres eran de lo más extrañas, nunca había visto una civilización así. Los pelos eran de colores múltiples. No puedo entender que es todo esto, pero solo puedo decir que yo me sentía muy normal ahí. De pronto me encuentro como en una especie de escenario tocando esa música tan extraña con un instrumento desconocido e igual de extraño, tenía cuerdas como la lira, pero solo cuatro y era sumamente grande, había conmigo otros músicos y estábamos todos muy excitados. Yo era como un invitado, no pertenecía a esa cofradía, no sé cómo decirlo, pero solo estaba de paso. Al terminar ese extraño ritual me dispongo a despedirme de los que allí estaban, recuerdo que eran amigos míos, pero tenía la sensación de que todo funcionaba a modo de despedida, al saludar al último de esos supuestos amigos, nos damos un abrazo, pero este por causa del sudor, y era bastante sudor, me empapa y yo me dirijo pronto a una zona donde al parecer uno podía acicalarse. Me encuentro vestido de la forma más extraña e indescriptible que se pueda concebir, lo supe porque había un espejo justo donde estaba una pequeña fuente para lavarse. Y aquí es donde no comprendo nada. Aquí es donde suceden cosas que solo los dioses entienden. Empiezo a preguntarme: ¿Qué prefieres? ¿Ser igual a tu padre cuando seas viejo? Ya sabiendo como es su imagen ¿O prefieres llegar por ti mismo? Recuerdo la imagen de mi padre, pero más viejo, recuerdo el respeto y el amor que le tengo, pero entiendo que él ya hecho su vida, no tiene sentido hacer la misma vida dos veces, entonces respondo: Prefiero averiguarlo por mí mismo, aunque no sé lo que me espera… De pronto miro el espejo, y todo se ve como borroso, pero empieza a aparecer una escritura, de color azul, en un alfabeto que nunca antes vi pero podía entender, entonces digo: ¿Qué es esto? ¿Un mensaje del mundo invisible? ¿A caso los dioses me están queriendo decir algo? Me acerco al espejo para leer, y mientras las letras aparecían y se borraban conforme me movía, alcanzo a leer “…miel y pie…” inmediatamente miro a la derecha porque escucho alguien entrar a ese salón donde me encontraba, era una mujer hermosa, de cabello rubio y rojizo, una mezcla de los dos, su vestido era rosado y copiaba cual seda de las más finas, la delicada forma de su cuerpo. Me mira y me dice:

“Te amo, por los ojos…”.

-Me encontraba en un café leyendo el Horóscopo del New York Times de pura casualidad, esperaba a que se hiciera la hora para bajar a tomar el subterráneo, y recuerdo que el astrologo hablaba de venus en estos tiempos, yo no comprendo mucho de estas cuestiones, tú sabes que siempre fui un hombre de ciencias, ni menos pretendas que me acuerde que decía respecto a mi signo zodiacal. Pero por solo abrir el juego decidí por un minuto creer. Tú bien sabes que he estado pasándola mal con mis últimas relaciones, y dado que ya no tengo nada que perder solicité ayuda.

– ¿En serio? – Dijo Sarah riéndose. ¿Le pediste ayuda a un astro? ¡Esto es de lo más cómico que he oído en años! ¿Te imaginas teniendo esta conversación con el Consejo Académico? ¡Ese que tanto veneras! Cuéntame, ¿Qué fue lo que pediste? Seguro que lo mismo que piden todos ustedes los hombres: una princesa impoluta, virgen que los espere con la ropa limpia y el plato caliente cuando llegan de trabajar.

– Amiga, no seas tan dura conmigo, sabes que nunca fui afín a esas costumbres, pero déjame contarte, llegue a mi casa, deje mi maletín, y con mucha vergüenza, puesto que esto siempre me pareció una ridiculez new age, le dije a venus, con tono reverencial como en los antiguos textos de los clásicos: Hermosa Venus, la de mejillas rojizas, la de dorados cabellos, madre del amor y la naturaleza, dueña de cuanta fertilidad se escancia en las anchas copas de la existencia mortal, terrenal y celestial. Acudo a ti, puesto que la congoja amarga mis desayunos, y opaca las estrellas por la noche. Quisiera saber, ¿Podrías presentarme alguien que pueda traer alegría a mi vida? ¿Podrías acercar alguien a mi vida con quien pueda compartir amaneceres, miradas, complicidades, gustos y poder sonreírnos casi cual si fuere una sorpresa de todos los días?

– ¡No! – Interrumpe Sarah, mientras se reía con asombro. – Yo no puedo creer lo que estoy escuchando… Ahora resulta, que la persona más avezada en los discursos de la razón, de saco gris y corbata, se haya abierto a decir una cosa tan bella. Perdóname amigo, pero dejo de lado las bromas, tú sabes que siempre fui una mujer de fe, y además conoces mi afición por la mitología, hablaste muy bello, cuéntame, ¿Dijiste algo más?

– Si – Respondió sonrojado Nicolas. – Le pregunté si era posible que esa persona existiera y si algún día podré conocerla.

– ¡Nicolas Alexander Mason! ¡Wow! Sinceramente, es la primera vez que te escucho hablar así, tan rutinario y “americano” que te veía, ahora veo en tu rostro un halo diferente, algo ha cambiado, de verdad te felicito y te agradezco que expusieras un área de tu ser que de la que nunca parecías ocuparte. Lo que me llama poderosamente la atención es por qué me cuentas esto. Tu normalmente no crees en estas cosas, ¿Pasó algo más?

– La verdad que me da vergüenza en el ámbito profesional hablar de temas personales, ni mencionemos la fe y las religiones. A ti te lo cuento, porque tú siempre fuiste abierta, nunca te importó la vestimenta académica, y siempre fuiste muy contestataria del orden. Pero volviendo al tema que nos convoca, la verdad que sí. Empezaron a pasar cosas extrañas. O quizá no, pero las empecé a conectar entre sí. Al día siguiente había una libélula en mi ventana, a la mañana. Después cuando voy por la plaza veo un colibrí, todo esto en la gran ciudad, estas criaturitas no habitúan andar por la urbe. Resulta que antes de ayer a la tarde, fui al mercado chino a comprar ramen y había galletas de la fortuna para comprar, obviamente quería probar mi suerte y compré una. ¡Podrás creerme si te digo que al abrirla encontré dos papeles! El primero que leí decía:

“No es lo mismo una relación, que relacionarse”.

El segundo decía:

“sólo puede amar aquel que sabe amarse a sí mismo”

Y hoy a la mañana, “casualmente”, me cruzo con el doctor Joseph Campbell en los pasillos de la universidad dado que se encontraba disertando unos talleres de religión comparada, resulta que el profesor y yo nos conocimos hace cuatro años atrás porque solicité su asesoramiento, dado que él es muy avezado en el sanscrito, y yo por aquel momento estaba haciendo una investigación lingüística, la cual recuerdo que él consideró como fascinante. No conforme con toda la situación por la que vengo atravesado, el señor me mira y se extraña por un segundo. Entonces pregunta:

– ¿Que sucede colega? Veo un halo extraño en tu rostro, algo difiere en tu mirada respecto a la que recuerdo la última vez que viniste a mi oficina solicitando consejo. Tu semblante ha cambiado.

Yo le contesto contándole todo lo que me ha pasado. Con mucha vergüenza obviamente, cuando miro su rostro, sus ojos brillaban y sonreía. Entonces me detengo y digo, ¡Que va! Son todas chorradas de mi imaginación. El doctor se ríe y complacido me contesta:

– Felicitaciones colega, has sido invitado a un largo viaje. No todos son conscientes de las dimensiones de la vida, como has visto, la mayor parte de los mortales están confinados en las tareas de la vida civil. Tan así, que el único resquicio de fe es la razón, esa prisión del discurso conocido con el que hemos crecido se resquebraja cuando entra en juego el llamado, el llamado a la maduración. Querido colega, no temas por todo lo que estás viendo y escuchando, siéntete bendecido por abrir un portal a lo desconocido y déjame decirte algo. Venus no solo te escuchó, sino que ya te presentó a la persona que necesitas para que tu corazón sea feliz. Esa persona está en frente mío y tú la ves todas las mañanas cuando te lavas la cara frente al espejo. Felicidades colega, has sido invitado a emprender un camino hacia el autoconocimiento, con esto quiero decir, que has sido llamado a renacer, te aconsejo que escuches la invitación y que empiece el viaje.

– Podríamos llamar al dron de servicio para tomar un último trago antes de que partas, ¿No?

– Cierto, tengo una hora más de espera, parece que por ciertas revisiones han debido apagar los motores de la nave y deben revisarla.

– Quien pudiera creerlo, ayer estábamos programando juntos un juego y hoy te vas a una colonia planetaria lejos de todos nosotros y tu familia. Prácticamente todo tu pasado se queda aquí.

– Correcto amigo mío, es verdad que parece un cambio drástico. Pero hace poco entendí que estoy listo para partir.

– ¿Cómo? ¿Pero no era que ya estabas decidido hace tiempo?

– Cierto, pero no es lo mismo estar decidido que madurar. Tuve que aprender muchas cosas antes de emprender este vuelo. Suena extraño, pero la persona que conociste hace tantos años, en cierto modo ha muerto, he tenido que darle muerte para abrirme paso. Llevaba muchas ataduras en mi interior, relacionadas a mi historia, como suelen decir, no te puedes llevar todo al barco, algo debes dejar en la tierra para partir libre de peso y cargas.

– Es cierto, me acuerdo cuando tuviste que aprender a olvidar aquella chica que tanto te había ensoñado. O cuando tomaste la decisión de dejar la compañía siendo que estabas muy bien remunerado, eras la envidia de unos cuantos del plantel.

– Correcto, he tenido que remover muchas trabas, pero lo que tú ves afuera, es el correlato del adentro. Debo confesarte, que empecé a mirar el cielo, y si bien es cierto que el politeísmo lo hemos vuelto a practicar ya hace doscientos años, yo nunca puse atención en esas creencias. Pero un día tuve un sueño muy extraño, soñé que bailaba con Artemisa, la diosa de la luna. Yo tenía una cintura muy hermosa y femenina, y bailaba con ella en la superficie de nuestro satélite. Ella me daba su mano y me sacaba de los trasfondos de la tristeza, en un momento, me alza y toma sobre sus brazos, ella era enorme, y yo del tamaño de un niño. La energía que fluía por mi cuerpo fue hermosa, jamás me había sentido tan completo, nunca antes me había aceptado a mí mismo como en ese momento. Quedé extasiado. No conforme con eso, hace dos semanas estaba con la interfaz de realidad virtual que estamos testeando, que tiene una mejoría sustantiva en la conexión neuro censo motora, para ser sincero nunca había visto algo tan real, lo cual, por cierto, también me asusta. Resulta entonces, que me conecto a la unidad de prueba y hay como una falla, la interfaz de usuario desaparece y yo entro en un estado donde mi cuerpo no se mueve, pero puedo ver. En lugar de la interfaz aparece una escena y entonces cuando miro alrededor me doy cuenta que estaba en un lugar parecido a los campos elíseos. Allí yo estaba acostado, Artemisa estaba nuevamente presente, a mi derecha arrodillada y tomando mi mano. Me miraba con ternura a los ojos, como si supiera que algo está por venir y que no debía temer. Justo arrodillada frente a mí, estaba Afrodita, frente a mis piernas. Entonces sucede algo de lo más raro, miro mis entrepiernas y veo que tengo una vagina, a los pocos segundos Afrodita abre mis piernas sin violencia, pero rápido. La sensación que recorrió mi cuerpo nunca la había experimentado. Fue como una primera vez, tenía nervios, algo asustado, pero a la vez estaba dispuesto, y un pequeño temblor como un cosquilleo me recorría el cuerpo. ¿Y me pregunté, es esto lo que sienten las mujeres cuando alguien que les importa está por entrar en su cuerpo? La diosa me toca apoyando su palma en mi vagina, su mano se ilumina y una energía inmensa recorre todo mi cuerpo. Esto transcurre durante un tiempo considerable. Posteriormente ella se hace a un lado y detrás de ella viene caminando alguien. Cuando veo su rostro, me veo a mí mismo, con el pelo blanco y los ojos también, desnudo viniendo hacia mí. Hacia mis piernas abiertas y me penetra, entra a través de mi vagina en mi cuerpo. Jamás me había sentido tan precioso y tan delicado a la vez, ese torrente de energía femenina me ha desbloqueado y me ha sanado, lloraba sobrepasado por la iluminación que había recibido. Creo que ahora si puedo decir que soy un hombre que ha madurado, Afrodita abrió mis piernas y preparó mi cuerpo femenino para que el hombre que quiero ser finalmente entrara, penetrara y encarnara. Ahora sí, mi verdadero yo se hizo carne, hubo que unir la dualidad para llegar al uno. Todos mis cuerpos están afinados en la misma frecuencia. Ahora sí, estoy listo para partir.