Los tulpas de los sueños

No sé sabe en donde surgió la práctica de crear amistades para transitar los sueños, pero es una tendencia que ya se extiende por todo el planeta y acaba de llegar a América del sur. A diferencia de los amigos imaginarios de los niños que, a consciencia de sus creadores, carecen de voluntad propia, las creaciones de los sueños tienen deseos e intenciones propias. Es por eso que el concepto de tulpa es más preciso para referirse a estas criaturas. Sin embargo, al contrario de los tulpas tradicionales de la religión budista que viven en el plano material, los tulpas de los sueños únicamente existen en la mente de un portador durmiente. Aún con su autonomía y libertad, los tulpas de los sueños son esclavos del ciclo circadiano de quien los ideó. 

Para el psicoanalista uruguayo Alfonso Vicilic, el concepto de tulpa no está bien aplicado y deberían llamarse, en cambio, golems de inconsciente. Reemplazando la religión budista por la judía, Vicilic cree que se tratan de golems, en tanto en cuanto están hechos de la misma sustancia que genera el inconsciente: El desvelo actúa como el agua que deshace un golem de barro. 

Por supuesto que el enfoque psicoanalista no está exento de críticas. El psiquiatra y doctor en psicología cognitiva Andrés Basturria contrapone la propuesta de Vilicic: el inconsciente no existe y los tulpas de los sueños son una variedad reciente de ensoñación excesiva, en inglés maladaptive daydreaming, un fenómeno de fantasía exagerada que sustituye la interacción humana. 

Según Basturria, el origen de esta tendencia se puede rastrear a los primeros foros de entrenamiento de sueños lúcidos, ya que el primer paso para crear un tulpa de sueño es tener la capacidad de modificar el entorno en el que se está soñando. Los usuarios de esta práctica sostienen que, aunque es siempre deseada, la lucidez es solamente necesaria para crear el tulpa y luego este puede participar en los sueños convencionales. Si bien se suele decir que es imposible crear un tulpa sin un sueño lúcido, una usuaria anónima de 29 años advierte que su tulpa fue creado en un sueño convencional, sin consciencia de lo que estaba haciendo: Nunca quise crearlo. Afortunadamente, mi tulpa de sueño es amable y cordial e interactúa conmigo como un vecino que se acaba de mudar a mi cabeza. —confesó—. Por desgracia, no todos los tulpas de sueños son personajes pacíficos y serenos, y muchos portadores arrepentidos anhelan librarse de ellos con ansias.

El problema es que, una vez creado, el tulpa de sueño no puede ser destruido con facilidad, no alcanza simplemente con tener un sueño lúcido y expresar el deseo de su desaparición, sino que también es necesario contar con las herramientas para combatirlo: Como la mayoría de los tulpas son como personas, lo que los mata es lo mismo que mata a los humanos de verdad y la verdad, pocos tienen el coraje de convertirse en asesinos, incluso en un sueño. Además, ellos se mueven mejor en ese mundo, si se sienten amenazados te pueden hacer despertar y así escapan fácilmente. Cuenta a este medio Martín R., creador/portador de más de quince tulpas de sueño. De todos ellos, solo se arrepiente de uno:

En mi casa tengo un caniche, un bicho bárbaro, pero me gustan los perros grandes y en el departamento no hay lugar, así que una noche creé a Bonavena, un dogo argentino de metro y medio de alto. Vos imaginate que en mis sueños tengo todo un círculo social, pasear esa bestia me daba sensación de poder. Obviamente se me fue de las manos, un día me voy a dormir y me lo encuentro loco de envidia mordiendo el cuello a un tulpa amigo con el que juego al tenis. Entre todos lo quisimos sacrificar y no hubo caso. La solución fue crearle un tulpa especial para él, un hombre colosal de 150 kilos y dos metros de alto que mantuviese entretenido al perro. 

  No es sorpresa que la mayoría de los creadores de tulpas de sueño son hombres de clase media que incurren en la práctica para crear acompañantes románticas y sexuales. En ese contexto encontramos diferentes escenarios: los que recrean a una insuperable ex pareja, los que son infieles en sus sueños, los perversos y los que nunca conocieron el amor. La socialización afectiva con tulpas de sueño es un problema en países como Japón donde la mayoría de los adolescentes y jóvenes adultos prefieren no conocer mujeres (u hombres) de carne y hueso. Esta práctica en exceso conduce al abuso de benzodiacepinas e hipnóticos para dormir cada vez más. Algunos autores lo han definido como una extensión del fenómeno incel con un componente narcoléptico. Un joven de 22 años que decidió permanecer anónimo reveló que: 

Dormía 15, 16 horas por día, iba a trabajar a las 9 sin bañarme, llegaba tarde, no rendía y me iba a las 17, ahí dormía en el viaje y cuando llegaba a casa me volvía a acostar. Comía algo en el laburo, pero nada más. Estaba flaquísimo. Aprovechaba el tiempo para dormir porque veía a Celeste y a Ceci, mis novias. La vida me parecía una mierda y en los sueños me había armado una casa, tenía un be-eme (BMW) y dos mujeres ¿Para qué mierda iba a volver a una zapatería? Un día me encontraron durmiendo en el baño y se armó la podrida, al tiempo pasó de vuelta y me rajaron. Ahí, gracias a Dios, intervino mi familia, que encima no veía hace como un año y me rescataron. Estuve un mes en una clínica donde me metieron modafinilo todos los días y con eso no pegaba un ojo. Lo que pasa es que los tulpas de sueños no son esclavos, tienen deseos propios, entonces Cesi y Celeste se re calentaron y me dejaron. Pero por un lado mejor, era insostenible. Ahora ni siquiera tengo sueños lúcidos, sueño cosas normales: con la casa de mis viejos que se transforma en un pelotero, un amigo de la infancia que lo veo igual de chiquito pero me habla de su trabajo como si fuese adulto, que juego al fútbol y la pelota se vuelve cuadrada, cosas así. 

En los testimonios femeninos se encuentra el caso de Micaela que se separó de su novio al enamorarse de su compañera tulpa. No solo por el hecho de haberme enamorado de mi tulpa, sino porque me di cuenta de que, en realidad, no me gustaban los hombres.  A pesar de los algunos preocupantes casos, la práctica de socializar y hasta intimar con tulpas de sueño es considerada por muchos como introspectiva, terapéutica y liberadora.  

El Dr. Basturria agrega que el fenómeno de los tulpas de sueño era inofensivo hasta la invención del oniracetam, una medicación utilizada para tener sueños lúcidos comercializado comúnmente bajo el nombre de Somnaris u Oniril. El oniracetam fue formulado para el tratamiento del síndrome de estrés postraumático ya que actúa reduciendo las pesadillas que rememoran eventos traumáticos. Sin embargo, Basturria sostiene que el problema es que este medicamento sufre de sobreprescripción y es comercializado ilegalmente. Reconoce, además, que el fenómeno de los tulpas de sueño es un negocio muy rentable para algunos que se enriquecen a costa de la soledad de la gente. A largo plazo, el exceso de sueños lúcidos puede perturbar la calidad del descanso y deteriorar las funciones cognitivas. Pero por otro lado, la extensión del tiempo dedicado a sueños lúcidos ha llevado a los tulpas de sueño a volverse más independientes, ambiciosos y con más capacidades. 

Una teoría, aún en el plano de la pseudociencia, afirma que los tulpas de sueño se comunican entre personas a través de lo que consideran una hypnósfera, un espacio formado entre dos o más cerebros en la fase de sueño REM (rapid eyes movement). La teoría basada en la interacción entre las ondas theta carece de sólida evidencia y no es aceptada del todo en la comunidad científica. Sin embargo, son cada vez más los usuarios que juran que sus tulpas aprenden información de otras personas. Marta H. cuenta su experiencia:

 Julia es mi amiga tulpa de sueño, desde que estoy casada y viviendo en Puerto Madryn no tengo tanto tiempo para ver a mis amigas de toda la vida, para colmo desde que los chicos se fueron de casa me siento aún más sola, así que me hace compañía. En general charlamos de nuestros problemas o jugamos a las cartas. Un día me comentó que se cruzó con Sandra, la tulpa de la vecina, que por supuesto yo no sabía ni que existía y que esta, a su vez, le contó que vio a mi marido con una tulpa amante. Obvio que me enoje con mi marido pero también con Julia ¡Nunca me había comentado que podía salir de mi cabeza!

Me explicó que es difícil de distinguir cuando ellos salen de la mente donde nacieron porque en los sueños el espacio se comparte con otros y los límites son difusos. Para ser sincera también sentí celos porque Julia tenía otra amiga, una amiga tulpa. La perdoné rápido, más vale. Ahora nos juntamos las tres a jugar a las cartas.  Así que claro que creo en la hypnósfera.

A mi marido me costó más perdonarlo. Me juró que con la edad se empezó a sentir solo y que lo nuestro no tenía la misma chispa que cuando éramos más jóvenes pero que jamás pensó en engañarme “de verdad”. Lo típico de cualquier viejo que se pone boludo. 

Marta concluyó su anécdota con una energética risa. No fue el caso más grave de infidelidades con tulpas de sueño que, se calcula, provocan cientos de separaciones por día. En países donde el trámite de divorcio debe tener una causa obligante, los abogados suelen no considerar válidas las infidelidades con tulpas de sueño. No constituyen sujetos de Ley, argumenta el abogado Dr. Victor Lopez. Eso ha invalidado denuncias de abuso por parte de tulpas de sueño a sus propios portadores. 

P.G. es un hombre de 35 años, de nacionalidad peruana pero radicado en el conurbano bonaerense, que denunció durante tres años la persecución de un tulpa de sueño. El tulpa fue creado como un compañero de videojuegos pero según P.G. estaba “mal armado”:

Richar tenía mi edad y lo hice para jugar juegos de sueños lúcidos; son juegos que los aprendés despierto y después los podés repetir cuando dormís. Si bien seguí las instrucciones que leí en un foro, Richar era inestable, se empezó a comportar raro, en general los tulpas mal hechos no te prestan atención y se van solos, pero Richar se la agarró conmigo porque le gané en un juego de peleas. Lo eché y armé otro tulpa que le puse de nombre Facundo. Un día, mejor dicho, una noche, mientras estábamos jugando con Facu, sentimos un golpe fuerte en la puerta de la casa. La casa era un modelo prefabricado que vi en internet, en teoría, estaba bien hecha, la había visualizado bien —los soñadores lúcidos visualizan objetos para luego recrearlos en su mente— y no tenía que tener ruidos raros; además no tenía tulpas mascota. Cuando me acerqué a ver que pasaba, escuché una ventana abrirse y vi a una figura horrenda: un tipo desnudo, con el pelo arrancado de a cachos, la cara tajeada y un joystick con cable en la mano. Era Richar totalmente transformado en un loco. Corrí hacia donde estaba Facundo, le pedí que escaparamos por otra ventana y Richar nos persiguió por la calle. Yo me escapé pero a Facundo lo agarró del brazo y lo estranguló con el cable del joystick. Ahí me desperté. 

Desde ese momento mi vida se convirtió en un infierno, no quería dormir porque podía encontrarme a Richar. A veces lo encontraba mirándome fijamente desde atrás de una ventana. Nunca intentó hacerme daño físico, pero no dejaba de hacerme daño psicológico. Tenía pesadillas todos los días. Me bajaba tres latas de energizante para dormir lo mínimo indispensable. Con la privación de sueño empezaron las alucinaciones y lo empecé a ver cuando estaba despierto. Pensé en matarme.  La obra social se negaba a cubrir un tratamiento de hipnosis nuevo y costoso para reparar la calidad del sueño; hasta que finalmente les hice un juicio que terminé ganando. Ahora estoy bien, Richar a veces aparece pero no suele causar pesadillas. Suele caminar por la calle demacrado, con los ojos torcidos hacia el suelo y no me hace nada. Me da pena porque mientras viva va a seguir prisionero en mi cabeza. 

El caso de P.G. no fue trágico de casualidad. En Luisiana, Estados Unidos, una mujer de 22 años denunció durante un año el abuso de su novio tulpa y meses más tarde, sufrió una muerte súbita mientras dormía. Se cree que no es el único caso de deceso causado por un tulpa de sueño, las cifras de muerte súbita al dormir se han incrementado un 15% en los últimos siete años, aunque la correlación con los tulpas de sueño es aún debatida.   

Si bien el fenómeno de los tulpas de sueño es relativamente reciente, entre 1982 y 1990 más de doscientos hombres tailandeses, todos de buena salud, murieron repentina e inexplicablemente durante el sueño. En Filipinas este fenómeno es conocido como bangungot y la comunidad médica lo asoció a arritmias cardiovasculares e inflamaciones en el páncreas, mientras que tradicionalmente, para el pueblo hmong de Laos el bangungot es producido por dab tsuam, la mujer demonio que mata por celos. Para los filipinos el mismo demonio o bruja se conoce como batibat

Con la nueva oleada de decesos súbitos muchos se han planteado si los tulpas de sueño no existían desde la antigüedad y si su creación implica, necesariamente, riesgo de su corrupción y posterior transformación en asesinos, demonios o brujas. 

El miedo a que los tulpas de sueño se corrompan ha llevado a algunas personas a abandonar el contacto con ellos, aún así no hayan presentado signos de hostilidad. En esos casos los tulpas han expresado su repudio y denunciado discriminación. El Dr. Victor Lopez recuerda: que los tulpas no sean sujetos de derecho es no solo un problema para sus creadores sino también para ellos mismos, ya que constituyen unidades de consciencia capaces de sentir y sufrir, pero que no pueden denunciar abusos, coerción de su libertad o discriminación.  

Para los que creen en la hypnósfera, la solución es la creación de una red de contención de tulpas que funcione a nivel de sindicato. Los tulpas reunidos en asambleas transversales podrían elegir un vector representante (es decir, una persona real) que se comunicaría con el mundo físico a través de sesiones de hipnotismo.  Aún suponiendo la existencia de un plano onírico conectado, su impracticabilidad vuelve obsoleta esta propuesta. Más sólido, pero no exento de polémica, resulta el proyecto propuesto por la Sociedad Argentina de Practicantes Tulpas De Sueño: un carnet habilitante de portador de tulpa expedido por un profesional de la salud mental que garantice el bienestar tanto del usuario como de sus tulpas. El proyecto de la SAPTS ha sido ampliamente criticado por sectores liberales pero también de izquierda ya que amboslo consideran inconstitucional el incurrir a la regulación de las prácticas privadas de los ciudadanos. Sectores progresistas consideran que otorgar derechos y figuras legales a los tulpas es un deber moral y que privarlos de sus reclamos y expresiones es una forma nueva de esclavitud. Estafanía Patakis, miembra de SAPTS, expresa:

Los tulpas de sueño no son creaciones de “nosotros” —dibuja las comillas en el aire—. Ellos son personas que nacieron sin un cuerpo físico. Los que sí tuvimos la suerte y el privilegio de nacer con uno no los creamos sino que les damos presencia, les otorgamos un hogar. El concepto de crear un tulpa es anticuado y está basado en la creencia de los tulpas tradicionales que son figuras mitológicas. Queremos erradicar la palabra creador por considerarla ofensiva y que se la reemplace por portador o servidor. 

Por el momento, la comunidad portadores/creadores de tulpas de sueño se encuentra dividida y no han llegado a consensos claros. Sin embargo una cosa está clara: la presencia de tulpas de sueño es un acaecimiento al que habrá que acostumbrarnos: llegaron para quedarse y transformar la matriz social. Se estima que en el planeta Tierra existen 8 mil millones de personas de las cuales 100 millones serían portadores de tulpas con un promedio de 2,5 tulpas por persona; si todos ellos formaran un país este sería la sexta nación más poblada, apenas por debajo de Pakistán. 

Al instante de la redacción de esta nota, su autor no ha experimentado interactuar con un tulpa de sueño y admite que la recolección de experiencias de más de una treintena de usuarios/creadores le dieron más dudas que certezas. No obstante, guarda en su escritorio una pastilla de oniracetam que espera el momento adecuado para llevarlo a conocer a un nuevo amigo o enemigo. 

Edilio Gomez Itarri

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