Si estoy en el epicentro de una tormenta de caos y destrucción que yo misma desaté, ¿mis decisiones fueron las que convirtieron todo a mi alrededor en cenizas? Y si es así, ¿por qué en medio de este infierno permanezco intocable, inmune a las llamas que devoraron todo lo que alguna vez supe amar y valorar?
Escribo para no perder la cordura. Mentira. Yo escribo porque no quiero olvidar que en algún momento,
por un instante, estuve a punto de enloquecer.