¿Para qué me esfuerzo? ¿Por qué sigo con una chispa de esperanza en el futuro, si todo lo que me pasa es desesperanzador? ¿Cuándo va a cambiar esto? ¿Vale la pena que sigamos esperando algo bueno en medio de tanta toxicidad?

Esas son las preguntas que me hago a diario y la única respuesta que encuentro es : No lo sé.

Pero Steff, entonces ¿por qué escribís esto, si no es para nada motivador?

No se si es para motivar…

Creo que es más para hacerle compañía a la gente que se hace estas mismas preguntas, para que no se sientan solos.

Quiero que sepan que los comprendo y festejo que tomen la decisión de seguir viviendo su vida a pesar de…

… sus miedos 

… del sufrimiento 

… de la tormenta que los rodea.

Yo las celebro porque me pasan a diario, celebro que hoy me levanté de la cama, celebro que hoy decidí seguir con mi vida a pesar de todo.

Y no, no es fácil pero hay que hacerlo porque nadie va a venir a darnos certeza sobre el futuro. No sabemos si los problemas continuarán o si de una vez se terminan.

Una vez leí en un libro que somos una generación desencantada, una generación enferma de desencanto, que estamos fracasando si no nos encantamos con la vida. Y la verdad que me sentí re identificada porque muchas veces pierdo la fe en el futuro, pierdo las ganas de mejorar, de progresar, entonces aprendí a mirar lo bueno, a cambiar mi «paradigma» como diría Stephen R. Covey. A cambiar mi forma de ver las cosas. A cambiar mi enfoque.

¿Y saben que es lo que ayuda a cambiar mi enfoque o a «encantarme con la vida»?

Hacer cosas que me encanta hacer: leer, escribir, juntarme a charlar con amigos, los micromomentos de silencio y también me ayuda mucho tratar de no preocuparme por todo aquello que no puedo solucionar.

A veces por enfocarme en estas cosas me llegan a decir ilusa, egoísta, mala persona, entre otras cosas. 

Pero es mi decisión volver a encantarme diariamente con la vida. 

Es mi decisión enfocarme en lo bueno y no en lo malo.

Tenemos que buscar formas de hacer nuestra vida más llevadera, debemos ayudarnos a nosotros mismos y ser esa lucecita en medio de tanta oscuridad.

No podemos arreglar todo ni a todos, no nos creamos Dios.

Cada uno elige cómo vivir.

Por eso debemos enfocarnos más en nosotros, en esas cosas que nos ayudan a ser más felices.