I
Ya no quiero recostar mi sien en el espejo
para tomar cocaína como si fuera
una respuesta.
Ya no quiero vomitar en el baño a escondidas
ni castigar mi cuerpo en ausencia.
Ya no quiero ingerir, ni consumir, ni cavilar.
Quiero permanecer en veremos.
Ya no quiero aferrarme a las promesas que hicimos.
Cayeron de nuestras manos, golpearon el suelo.
Ya no espero en la noche honda una respuesta.
Solo espero colectivos en la madrugada,
transeúntes en retroceso.
Ya no soy el espectador arrumbado en su butaca,
ni mi casa respira al compás de tu nombre.
Tu recuerdo se vació como una palabra
que pierde su significado.
Las canciones que susurré se borraron de mis manos,
y ya no puedo recordarlas.
II
Toda mi vida sentí un profundo miedo a estar solo.
Encerrado en un armario, sin poder respirar,
observando la vida entre las aberturas.
No supe querer de otra forma que para evitar,
evitar ser abandonado, evitar ser lastimado,
evitar ser engañado.
III
Ya no quiero ir a buscar quién sabe qué
al abismo último.
No quedan versos después del balcón,
la muerte es el silencio.
Dormiré apaciblemente en párrafos vacíos
hasta el próximo despertar.
Cuidado, ya llega el invierno.