Sobre «Pintada de Colección», intervención pictórica sobre las columnas del Shopping organizada por 2museos de Bahía Blanca
A principios de abril del 2019, el Instituto Cultural de la Municipalidad de Bahía Blanca anunció una serie de festejos por el aniversario de la ciudad que incluyeron: desfile de granaderos a caballo, desfile de modas, DJ, conferencias sobre Martínez Estrada, competencias de crossfit, recitales de cumbia y un evento llamado «Pintada de Colección”, organizado por los museos de arte de Bahía Blanca y el Bahía Blanca Plaza Shopping.
Este evento constó de una intervención pictórica de las columnas del centro comercial, a partir reinterpretaciones de obras de la colección patrimonial de los museos, a cargo de 5 jóvenes artistas locales. A su vez, esta acción coincidió con la presentación de la colección otoño invierno que las marcas del shopping ponen en oferta para esa temporada.
El título del evento, “Pintada de colección”, juega con las dos definiciones de “colección”: la patrimonial y la de la nueva línea de ropa, en el intento de construir una vinculación entre ambas instituciones (los museos y el shopping).
Dada la naturaleza disímil de ambas colecciones, la propuesta genera, por lo menos, confusión. Para disipar la misma, recurro a la web del museo donde dice lo siguiente: “Si los museos del pasado fueron creados para conservar, preservar y exhibir colecciones, los museos hoy se definen por lo que hacen para que sus colecciones sean accesibles a la comunidad.”
La primera parte de la cita se refiere a la labor tradicional de los museos (“si los museos del pasado..”). Al final el texto afirma que un museo contemporáneo debe considerar “que sus colecciones sean accesibles a la comunidad”. A partir de esta cita quiero proponer una serie de conceptos desde los cuales podría entenderse “Pintada de Colección” como una propuesta cultural neoliberal disfrazada de proyecto progre.
El primer concepto a discutir es el de comunidad. Esta idea implica un anclaje territorial, interacción y conflicto, la construcción social del sentido y de la identidad. Lo comunitario propone enfoques inclusivos y situados. Entiendo que, en ese sentido, es inoportuno hablar de “hacer accesible a la comunidad” cuando la propuesta es una exposición en el shopping. Sería más apropiado referirnos a “público” en este caso.
El público implica lo cuantitativo. Se mide en recaudación, cantidad de personas, consumo. La comunidad implica lo cualitativo, no se puede ampliar con un mayor flujo de personas concurriendo a un evento. El público, sí. La idea de comunidad, como conjunto identitario, se diluye en la figura de público.
Se puede pensar que la comunidad a la que se refiere la propuesta de 2museos y el shopping es semejante a la de “vecino”, sujeto al cual alude el discurso de algunas políticas actuales del gobierno. El vecino, habitante de determinado lugar, comparte con su par un uso del espacio y los servicios públicos, no necesariamente una pertenencia.
El vecino entonces es un sujeto para el cual el espacio público se vuelve meramente de tránsito, a lo sumo un lugar donde es posible apreciar algún espectáculo que promueva el gobierno de turno. El espacio público es considerado un circuito de no lugares. En ese sentido, el colectivo de vecinos se constituye desde un consumo ligero, fast food.
Lucrecia Martel sostiene que en la series se promueve un intercambio contable, en el que se vuelve más relevante la cantidad y duración de los capítulos que su contenido. Ve en esta dinámica un nuevo tipo de consumo alienante, con más vinculación con lo contable que con lo sensible y reflexivo.
Es importante señalar además la diferencia entre disponibilidad y accesibilidad. Disponibilidad es la existencia de un stock. Que el público sepa qué obras tiene la colección del museo se vincula con esta definición. La accesibilidad, en cambio, implica una espacialidad. Acceder a comprar una cosa no significa que esté en stock. Implica que puedo apropiarme de la misma. Volviendo a la entrevista de Martel, que uno pueda ver todas las series que quiera no supone que acceda a leerlas. Que circulen imágenes del patrimonio del museo local en el espacio público poco tiene que ver con el acceso a ellas.
Del arte pop para acá, que una obra forme parte de patrimonio no depende del tipo de iconografía ni materialidad de la misma, sino a la experiencia que propone. Es así que las obras deberían estar puestas en un marco cuya su lectura pueda ampliarse y desplegarse. Es posible así generar otra temporalidad y considerar tan relevante el contenido propio de la producción como el que construye el espectador.
El museo es una posibilidad de lectura, no solo un espacio de conservación y exhibición. Hacer accesible el patrimonio no tiene que ver exclusivamente con la circulación sino que requiere de la creación de espacios que den espesor a las imágenes, volviendo a las obras objetos de pensamiento y no meros objetos de consumo.
¿Pintar las columnas de ingreso a un shopping con fragmentos de obras de la colección de los museos es una estrategia adecuada para promover la accesibilidad de la comunidad al patrimonio artístico local? La respuesta es no, ya que ni construye comunidad ni permite el acceso a las producciones. Las producciones se vuelven imágenes descontextualizadas y socialmente empobrecidas.