Cafecito
Pocas cosas me gustan tanto como sentarme en un café a escribir o a leer. Me da pena que la
Durante mucho tiempo la pregunta fue por el ser de la literatura y después se pasó al para qué sirve la literatura. Más sensata que la anterior, esta pregunta dio lugar a muchísimas repuestas, casi infinitas según la posición adoptada. La literatura puede describir cómo echan humo las chimeneas de las fábricas o puede tomar la palabra para afirmar su propia imposibilidad de hablar.
El asunto es que, como designa un vacío, la literatura es siempre lo que pasó antes. Por eso se frustraron los intentos de fijar una definición. Cada vez que se dice “es esto”, la literatura ya está en otra parte.
Igual que en las Metamorfosis de Ovidio, cuando a Filomela le cortan la lengua y la encierran, pero igual se las arregla para contar su historia: la borda en una tela. Luego se convierte en ruiseñor, y quién sabe qué más ocurrió después.
Como en el mito, la literatura no tiene otra obligación que la de mutar. Dicho de otra manera, la literatura es siempre lo que está por venir.
Juan José Guerra
Unificando las fuerzas que oscilan, recta que busca el equilibrio, entre pensamientos que me surgen las dudas existenciales, en términos
En mis ruinas florecen tus flores Y aunque las estaciones se lleven todas las torres. Una y otras semillas se
Desayuno con las llaves puestas en la puerta, con las valijas armadas, mirando borroso un punto fijo, caigo de nuevo