Si en una de esas ojeaste la reseña de Westword que puse aquí en TFK y te convenció y miraste la serie, entonces esto también te va a caer bien.
La palabra robot viene del checo “robota”, que significa “trabajo”, y fue inventada con su sentido actual por el dramaturgo checo Karel Capek para la obra teatral R.U.R. (Robots Universales Rossum) que se estrenó en 1920. Ya hacía unos miles de años que la idea andaba dando vueltas: dicen que Hefesto tenía sirvientes mecánicos inteligentes. Un hito en la ficción es el oscuro personaje Olimpia, la robota de “El hombre de arena” (1817), uno de los cuentos más conocidos de Hoffmann.
El robot, como sabe toda la ficción universal, es un fornido hombre oxidable con unos u otros problemitas cognitivos y de adaptación en relación a su modelo. Tópico favorito de la ciencia ficción, podrían clasificarse las obras de ese género si se piensa lo que el robot representa en cada una, en cada momento.
Aquí les traigo dos series con robots, una sueca y una rusa, cada una interesante a su manera.
La sueca es Real humans (título original: Äkta människor) del 2012. Hay versión anglo-yanqui también y no está mal, pero os remito a la original. En la serie, como en Los Supersónicos por ejemplo, los robots hacen las tareas que el hombre no quiere: trabajo industrial, prostitución, ancianidad, servicio doméstico.
Sucede que estos androides, como en Blade runner por ejemplo, empiezan a conseguir autonomía y a rebelarse. Por supuesto, como en tantas otras narraciones, están las orgas de extrema derecha que odian a los robots porque se parecen un poco a ellos. De ahí unas peripecias posibles, etc.
Pero esta serie, como la película Metrópolis por ejemplo, tiene una clara intención moral. Los suecos critican su propia sociedad, esa que siempre ponemos de ejemplo nosotros los pobres. Entonces, el robot disfuncional y sus circunstancias más o menos trágicas vienen a ocupar el lugar de la discriminación por género, de la ancianidad, de las elecciones sexuales no convencionales, de la explotación, de la burocracia política.
Lo bueno es que tal intención didáctica está muy bien aceitada, no es tan guesa como en Years and years, por ejemplo. Otra cosa que está buena es que no hay un acento notabe en la puesta ni en los efectos especiales, todo es bastante suavecito.
Acatá:
Casi como una saga de Äkta människor, en un mundo socialdemócrata muy parecido en el que los androides hacen los trabajos que.. etc. etc., pinta en el 2019 Better than us (Лучше, чем люди, literalmente “Mejores que los humanos”), una serie rusa. Ahí hay un galancete maduro que se ve que les gusta a las europeas heterosexuales porque ya lo vi en dos o tres cosas.
Aquí todo parece más vivo y sanguíneo que en la serie sueca. No por casualidad el protagonista es un médico forense que siempre discute con su ex esposa. Los problemas familiares y la “corrupción” son mas visibles, los nenes son más importantes, las muertes también. La trama es más policial, menos centrada en lo pedagógico. Por supuesto, como en otras narraciones, también están las orgas de extrema derecha que etc., etc.
Pero aunque la sociedad y sus problemas básicos sean muy similares a los que hay en Äkta människor, Better than us está más enfocada en lo cotidiano, lo familiar, lo íntimo. Por eso puede resultar un poco frívola en relación a la sueca para ciertos paladares, porque es más “televisiva”, más entretenida para los gustos del “gran público”, menos abstracta políticamente, más «clásica» de acuerdo a ciertos modelos.
Digamos que, con la misma hipótesis social como sustento, la serie sueca está más cerca de la alegoría política y la rusa más cerca del melodrama, las dos estimuladas por el cuidado policial.
En Rusia, ell caos lo provoca Arisa, una robota re linda aunque un poco flaca de origen chino que está programada para ser esposa de un hombre y madre amorosa de hijos adoptivos, aunque -tal vez justamente por eso- no obedece las tres famosas leyes de la robótica que enunció Asimov.
Acatá: