foto de Ramiro Guarino

miro por la ventana de mi departamento con la luz cortada
y siento una envidia para nada sana de ese barrio que se ve
a lo lejos, que me pestañea con sus ventanas iluminadas
como ojos de gatos amarillos que se me ríen en la cara

puse en google “corte de luz bahía blanca”
y en voy a tener suerte salió “jaja, ilusa”
descubrí que la puntuación de EDES online es de
una coma tres estrellas
primer comentario un tal Roberto dice
“llamás y te atiende una maquinita de mierda que no te dice nada
no te contesta nada es una mierda”

pero no todo fue siempre tan frustrante. me acuerdo
de que cuando era chica el corte de luz me encantaba
el ritual
de prender una vela y pensar “qué increíble,
como algo tan chiquito puede producir tanto calor”

hay algo amigable en las caras recortadas por el fuego. mis hermanas
se congregaban alrededor de la vela, y esa era
la única ocasión que tenía
para obligarlas a jugar a las cartas conmigo

el único problema siempre fue la oscuridad.
cuando dormía en la pieza que daba directo al calefactor veía
como debajo de él se formaba un halo espectral, que en verdad
solo era la luz del fuego, deformada por mi miopía.

yo lo sabía
pero el miedo que sentía de chiquita
se me guarda fuerte en la memoria.

y así empecé a cerrar la puerta a la noche, para no ver
lo que sea que haya en el pasillo.
incluso aunque no deje entrar el calor. pasa que sé
que el nono tito descansa en una caja debajo de la tele
y estoy segura
de que eso no es cosa buena.

cuando apago la luz de la cocina
primero prendo la del living, para nunca habitar
un espacio en el que pueda encontrarme con la sombra

apago el velador
y duermo siempre con la cara contra la pared
sin abrir los ojos ni una sola vez
porque del lado izquierdo estoy segura algo
me respira fuerte, cerca de la oreja.

——-

de repente vuelve la luz
y como siempre soy contradicción yo pienso
que fue muy poco el tiempo que tuve
para pensar tosas estas cosas

mi perro ladra contra la puerta
llegan les otres a casa
pierdo la magia de mi intimidad

los rituales que teníamos se guardan en un cajón de la cocina
justo entre los fósforos, y por alguna razón, la esencia de vainilla

en teoría el nirvana es como la vela que se apaga con un soplo
es extinguirse por completo.