Un cuarto frío
Por la noche no hay necesidad de conectar los cables debido a las bajísimas temperaturas. Los cubro con hojas ya
Durante mucho tiempo la pregunta fue por el ser de la literatura y después se pasó al para qué sirve la literatura. Más sensata que la anterior, esta pregunta dio lugar a muchísimas repuestas, casi infinitas según la posición adoptada. La literatura puede describir cómo echan humo las chimeneas de las fábricas o puede tomar la palabra para afirmar su propia imposibilidad de hablar.
El asunto es que, como designa un vacío, la literatura es siempre lo que pasó antes. Por eso se frustraron los intentos de fijar una definición. Cada vez que se dice “es esto”, la literatura ya está en otra parte.
Igual que en las Metamorfosis de Ovidio, cuando a Filomela le cortan la lengua y la encierran, pero igual se las arregla para contar su historia: la borda en una tela. Luego se convierte en ruiseñor, y quién sabe qué más ocurrió después.
Como en el mito, la literatura no tiene otra obligación que la de mutar. Dicho de otra manera, la literatura es siempre lo que está por venir.
Juan José Guerra
Por la noche no hay necesidad de conectar los cables debido a las bajísimas temperaturas. Los cubro con hojas ya
increible no perdonar la noche de un abismo tan caro decir por ejemplo andate bien lejos luego decir es una
Gota a gota, mi boca se llenaba de sangre. Podía sentir el liquido viscoso tintinear sobre mi lengua al caer
En la peluquería de mi madre, se oían las largas charlas de las señoras que concurrían cada tarde para arreglarse
Viendo el cielo descubrí la historia de este viajero en el que visita la profundidad del océano… En una noche
**Extracto para WordPress (textual):**
«Martín junta coraje y se abre paso, hasta quedar justo al lado de su amigo, enfrente del animal. Y permanece igual de estático, sin saber qué debe hacerse, o qué no. De golpe, comprende que está frente a la oportunidad de evitar, o por lo menos de compensar, algo que todavía no es nada, pero que en el curso de ese mismo día, comenzará a nacer como nacen las anécdotas, una que siempre estará latente en su memoria, pero sobre todo en la memoria de Mauricio, quien podrá y lo hará correr a campito traviesa en su recuerdo, una que otra vez, durante el curso mismo del día, o a más tardar mañana, a la siesta, y también el mes que viene, y el año que viene, y el otro, y los otros, por eso lo que le conviene hacer, aunque no borre lo que pasó esa tarde, pero que sí se vuelva envidia de su amigo, en el curso del día, o mañana, y de ahí también en adelante, es justo lo que acaba de hacer, haber acercado la mano hacia un caballo, haberla posado sobre él, haberlo acariciado, seguir acariciándolo, cada vez con más confianza, mientras Mauricio no aguanta más y también lo toca, lo acaricia, el equino que relincha, los amigos que alejan las manos y se miran, casi ríen, pero no lo hacen por miedo.»
DESESPERO Nada me duele más que tus dientes arrancando mi piel. Cuando queremos jugar vos siempre perdes, pero te hago