Buenos para nada 33
Escucha el ruido de la puerta. Tiene visita. La moto ya no ruge. El saludo es un beso, se toman
Escucha el ruido de la puerta. Tiene visita. La moto ya no ruge. El saludo es un beso, se toman
Parpadea y siente el agua cristalina en sus pies. Contempla los cisnes y gira para llamarlo a él. Lo invita
Levanta la persiana de la cocina. Ya es media mañana, hace calor. Las plantas del patio intentan respirar sin prestarle
Algo no está bien. La cabeza va y viene. Mueve la pierna derecha al son de las ideas. Decide agarrar
Mientras se lima las uñas recuerda las noches de dados. Las nubes se cuelan por la ventana del living. No
La curandera está sentada en el sillón envuelta en el pañuelo. Escucha atenta y paciente. Ella le cuenta que está
Está frente al ventanal. Mira los pastizales amarillentos. No hay sonido que la perturbe. Ni siquiera los mensajes que entran
Ella estaba sentada a la mesa con cuatro hombres. Muy amables ellos. «¡Vos tenés cara de Flor!», le dijo uno.
Ríen a carcajadas. El día invita a un almuerzo en compañía. Disfrutan del sol y los abrazos. Se regocijan en
La leña arde, el humo de la fogata marea la chimenea, las brasas ahogan las hojas secas. Sobre la parrilla