Siempre me pregunté por qué no podía recordar su rostro.
Luche con la culpa,
tal vez mi amor no eran tan grande,
tal vez no era el momento.
He entendido que cuando miramos al otro como una nariz,
como un mentón, como unos ojos,
nos volvemos hacía él como un objeto.
La mejor manera de encontrar al otro es hacerlo sin siquiera notar su rostro.
La piel del rostro es la más desnuda,
por eso siempre pude verla,
tan esencialmente bella,
tan esencialmente pura.
El rostro es significación,
el rostro habla,
es el sentido en sí mismo,
el sentir más puro.
En su rostro hay un acceso a la idea de Dios,
un aleph de todo lo bello,
una aproximación a la suma bondad.
Llegar hasta aquí es irreversible,
cuando se conoce la verdad,
cuando visitas el paraíso
no puedes simplemente volver a ser feliz fuera de él.
El mundo ha perdido su brillo,
se ha extraviado,
ya nunca será lo mismo.